La visita de Andrés Manuel López Obrador a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM despertó pasiones encontradas en favor y en contra entre los universitarios.
Durante la participación del tabasqueño en la presentación del libro Poder y elecciones en México, del investigador Octavio Rodríguez Araujo, un grupo de estudiantes reclamó con pancartas su inacción ante la reforma laboral y por no haber convocado a movilizaciones.
“AMLO: le amarraste las manos al pueblo que te secunda. ¿Por qué los abandonas?; ¿por qué te quedas cruzado de brazos ante la reforma laboral?; ¿qué esperas para movilizar?”, eran algunos de los cuestionamientos.
López Obrador ignoró las consignas en su contra, pero no dudó en criticar la calidad moral de las autoridades electorales tras la determinación de quemar las boletas electorales de los comicios presidenciales de 2006.
“¿Cómo es posible que de 16 funcionarios del IFE y el Tribunal Electoral, que fueron nombrados para hacer valer la Constitución y las leyes, no haya ni siquiera uno que actuara con dignidad y decoro?”, señaló el tabasqueño, quien consideró que los altos sueldos y prestaciones de los funcionarios explican su dependencia a los partidos políticos y el actual régimen.
“Si están maiceados, es muy difícil que tengan arrojo para disentir y actuar con libertad. Esto explica el proceder de casi todas las autoridades o representantes populares. Es la regla en todo el sistema político mexicano, con algunas excepciones”, indicó.
Reiteró que aunque los funcionarios electorales reciban línea de los poderes fácticos para borrar las huellas del proceso electoral de 2006, “la memoria colectiva no va a borrarse”.
En el mismo tono, consideró que las trabas del PRI para integrar una comisión investigadora sobre el presunto lavado de dinero a favor de la campaña de Enrique Peña Nieto, vinculado al llamado Monexgate, representa otro ejemplo de cómo el actual régimen actúa para ocultar los delitos electorales.
“Es una asociación delictuosa, no hay interés en aclarar nada ni que haya justicia”, dijo.
La salida del tabasqueño exacerbó los ánimos de una marejada de estudiantes que intentaban escoltarlo hasta su automóvil mientras otros buscaban interceptarlo para reprocharle su actuación postelectoral. Los más enojados, incluso le arrojaron una botella al rostro, que sin embargo, no logró dar con su objetivo. López Obrador abandonó Ciudad Universitaria sin responder a los reclamos.