Uno de los grandes problemas al momento de montar una historia de viaje en el tiempo es lidiar con las inevitables paradojas que ello plantea. Como bien lo explica el Dr. Emmet Brown (Chris Lloyd) en la saga de Volver al Futuro, el viajante en el tiempo debe evitar, a toda costa, toparse consigo mismo, so peligro de desatar una “reacción en cadena en la línea de espacio-tiempo destruyendo por completo al universo”.
Contradiciendo las sabias palabras del Dr. Brown llega Looper; tercer largometraje del norteamericano Rian Johnson, al cual las paradojas del viaje en el tiempo no sólo le tienen sin cuidado sino que son la base sobre la cual levanta un relato que, por ende, contiene enormes huecos en su trama.
Es el año 2044, el viaje en el tiempo no se ha inventado, ello sucederá dentro de 30 años. El gobierno ha prohibido el uso de esa tecnología, pero la mafia la utiliza para mandar al pasado a las personas que quiere desaparecer sin dejar rastro alguno. Es ahí cuando intervienen los “loopers”, asesinos que esperan a sus víctimas enviadas del futuro para matarlas a sangre fría, de un sólo balazo, sin hacer preguntas o mostrar resentimientos.
El trato es no dejar ir a nadie vivo, incluso cuando ese alguien eres tu mismo. Así es, los loopers saben que en cualquier momento pueden verse ante la peculiar situación de ser ellos los enviados al pasado para ser aniquilados por su yo más joven. A esto se le conoce como “cerrar el ciclo”.
Y eso es justo lo que le sucede a Joe (Gordon -Levitt), un looper que de buenas a primeras recibe del futuro a su yo del año 2074 (Willis), mismo que logra huir con vida ante la torpeza de su yo más joven.
Lo que en apariencia inicia como un caótico ejercicio de ciencia ficción con tintes noir, sorpresivamente se convierte en una especie de western cyberpunk hacia su segunda mitad (la más disfrutable), luego de una climática escena donde ambos Joe se encuentran para dejar en claro su conflicto, irresoluble mediante otra cosa que no sea unos balazos: el Joe joven quiere recuperar su vida normal, mientras que el Joe viejo explica su verdadera agenda y el motivo de sus acciones.
En este contexto resulta hasta entendible el desdén del director -también guionista- por los huecos en su guión: lo que en realidad quiere contar no es más que una historia de dos hombres enfrentados al más puro estilo del viejo oeste, todo ello aderezado con un par de historias de amor metidas con calzador.
El mismo Johnson se cura en salud cuando, en una línea de diálogo (en voz del actor Jeff Daniels) reconoce no estar inventando el hilo negro: “nada es nuevo, lo que ustedes creen nuevo viene de alguna película vieja”. Y vaya que si, en Looper es fácilmente identificable influencias de cintas como Oldboy, Matrix, Terminator, The Omen e incluso del mito de Supermán.
Todo al final queda en un buen intento, incluso entretenido, aunque para ello haya que pasar por alto varios problemas y hacer muchas concesiones; la cinta logra asirse, así sea con las uñas, antes de caer en el vacío de la ridiculez absoluta. Y mucho de ello recae en los hombros de Willis y Gordon-Levitt, las dos únicas razones que explican el entusiasmo desmedido por esta cinta, misma que sin ellos sería infumable.
Looper: Asesino del Futuro (Dir. Rian Johnson)
3 de 5 estrellas.
Guión: Rian Johnson.
Con: Bruce Willis, Joseph Gordon-Levitt, entre otros.