Un artículo reciente publicado en Foreign Policy titulado “Who won the recession?”, firmado por Joshua E. Keating, editor asociado de la revista, se pregunta qué países ganaron con la gran recesión estadunidense de 2008 y 2009 y que aún sigue afectando la actividad económica en buena parte del mundo desarrollado.
La lista de “los ganadores” la integran siete economías que no son las típicas del club de los BRICS que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica que tanto se ha cacareado en los últimos años. La revista coloca a México junto a Corea del Sur, Polonia, Canadá, Suecia, Indonesia y Turquía como las economías que más se beneficiaron de esta mala racha de crecimiento económico que aún vive el mundo.
Evidentemente que sorprende la presencia de México en esta lista, sobre todo porque la violencia del narcotráfico ha ensombrecido los resultados del “auge económico” que vive el país, como lo apunta Keating. Y tiene razón.
En su blog, el economista Jonathan Heath (jonathanheath.net) le da la razón a Keating y cómo, efectivamente, la economía mexicana repuntó en su crecimiento desde 2010 por encima del promedio mundial debido -según Heath- a tres factores: A un reacomodo de las líneas de producción en América del Norte para abatir costos e incrementar la eficiencia especialmente en la industria automotriz, a un peso depreciado que hizo ganar competitividad exportadora en distintos mercados, y a un incremento en los costos laborales en China que reposicionó a México en el abasto manufacturero a Estados Unidos.
Estas ganancias en competitividad para la economía mexicana que publicaciones como Foreign Policy hacen notar, también han provocado que firmas como la correduría Nomura Securities volteen a mirar a México como una economía promisoria. Hace un par de meses los economistas de Nomura pronosticaron que la economía mexicana crecerá entre 4.25% y 4.75% en promedio durante la próxima década, un crecimiento 3.5 veces mayor que el pobre promedio obtenido entre 2000 y 2009, posicionándolo como la economía más grande de América Latina.
Sin embargo estos factores positivos que significan ganancias en competitividad y que explican Heath y Keating, no estarán allí para siempre a disposición de México y por eso no garantizan un crecimiento sostenible en el largo plazo, con todo y que la economía interna ha mostrado recientemente una fortaleza inusitada.
De allí que estas buenas expectativas externas se fincan en la capacidad de respuesta del nuevo gobierno frente a la oportunidad que tiene para aprovechar las ganancias en competitividad, removiendo los obstáculos que tradicionalmente han limitado las inversiones en México.
Los ojos externos están puestos en las medidas de política, en las reformas propuestas y en los desafíos político-institucionales que enfrentará el gobierno de Peña Nieto para incrementar la inversión, que prácticamente se estancó durante tres décadas (1980-2011) y que sólo representa 21.5% del PIB, un porcentaje que es apenas la mitad de lo que invierten los países asiáticos más dinámicos como China, India o Vietnam.
En ese sentido, el gobierno de Enrique Peña Nieto puede significar el gran despertar económico mexicano o el gran fraude frente a las expectativas creadas.
samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com