La trampa es un síntoma de malestar. Releva desesperación e impotencia por no habitar en otro ser. Y es que dos cerebros no pueden ocupar el mismo espacio.

 

En la era de la información, la creatividad y el conocimiento conjugan un binomio escaso, y por lo tanto muy competido. Otra situación ocurrió durante el siglo pasado cuando la fuerza humana se conjugaba con el desarrollo de la industria pesada. En aquella época el obrero se mimetizaba por la energía aburrida de las máquinas.

 

La mutación que la industria ha sufrido durante las últimas décadas: de lo pesado a lo liviano; de lo tangible a lo intangible; de la física dura a la física ingrávida, ha convertido el mencionado binomio como la única razón de vida para muchos humanos. El conocimiento y la creatividad son las varillas del llamado sueño americano.

 

Al ganar siete títulos del Tour de France, Lance Armstrong superó las hazañas de los mejores ciclistas del mundo como lo fueron Fausto Coppi, Jacques Anquetil, Eddy Merckx o Miguel Induráin. Más allá de los blasones, su victoria sobre el cáncer lo convirtió en referencia obligada por su voluntad de vivir a pesar de los ataques recibidos por la biología. Todo un ejemplo.

 

Hoy, la agencia norteamericana de antidopaje (USADA), para acabar con todo tipo de especulaciones y hermetismo sobre lo ocurrido, ha decidido hacer público más de mil folios con los que demuestra que el ciclista estadunidense utilizó “el dopaje más sofisticado de la historia”. La agencia ya lo había anunciado desde hace ya algunos meses, pero la imagen impoluta del ciclista le sirvió como blindaje en contra de todo tipo de críticas.

 

Más allá de análisis de laboratorio, las descripciones de la investigación parecen formar parte de una novela negra de Patricia Highsmith: jeringas especiales para aplicarse Eritropoyetina (EPO), correos electrónicos, un jardinero que le transportaba las sustancias, tabletas de cortisona que su esposa le ayudó a camuflajear, transfusiones sanguíneas y sueros salinos para disminuir el nivel de hematocrito, entre varias tácticas de trampa que le ayudaron a conseguir los títulos.

 

Al parecer, las obsesiones de Armstrong fueron: ser el mejor ciclista del mundo y oxigenarse los músculos para incrementar el rendimiento.

 

El mundo necesita de héroes para demostrar la evolución humana. Probablemente, así lo pensarán los habitantes del planeta Tierra dentro de 500 años.

 

Los fraudes financieros, el comercio pirata, los plagios, la suplantación de identidad de baja intensidad como ocurre con los anónimos de Facebook y Twitter, y la antigua y costumbrista afición por el mimetismo de los medios de comunicación o de los simples vecinos, convierte a las masas humanas en un solo ente.

 

Desde hace siglos la enajenación ha preocupado a sociólogos y antropólogos. En particular, integrantes de la escuela de Frankfurt como Adorno y Walter Benjamin desarrollaron análisis sobre el ascenso de las industrias culturales. Hoy, ambos personajes se llevarían las manos a la cabeza al conocer que en la industria del juguete el gran dominador es Apple.

 

La conjunción entre las piernas con los brazos fue interpretada en su época, como el ejercicio mimético practicado entre las bailarinas que ambientaban el estadio olímpico de Berlín en conexión con los brazos musculosos de los trabajadores industriales. La referencia inmediata es Fritz Lang con la película Metrópolis. Los movimientos de los trabajadores frente a las máquinas tenían un ritmo sincronizado pavoroso. De la repetición física-rítmica los pensamientos también tenían que ser rítmicos. Esos brazos se convertían en las piernas desnudas de las bailarinas que, de manera grupal, formaban coreografías armoniosas.

 

Esos brazos y piernas, nos diría Apple a través de los iPhone 5, por ejemplo, son los que sincronizan el movimiento de la sociedad del entretenimiento.

 

La FIL del plagio

 

Alfredo Bryce Echenique será silbado durante la próxima edición de la Feria Internacional de Guadalajara por la sencilla razón de que él ha cometido trampa de agandallarse ideas escritas de otros autores para, posteriormente, firmarlas bajo su nombre. Los organizadores de la FIL tuvieron la idea de otorgarle el premio de este año. Su nombre pasará a formar parte de una lista que incluye, entre otros, los de Tomás Segovia, Juan Goytisolo, Juan Marsé, Augusto Monterroso y Juan José Arreola.

 

Si la hija de un presidente como Vicente Fox le gustaba lucir una bolsa Louis Vuitton pirata, el mundo de la cultura también usa bolsas Vuitton pirata bajo el modelaje de escritores como el Alfredo Bryce Echenique. El cinismo es el pase mágico con el que se convierte a los fenómenos como simples anécdotas cotidianas. Así lo sugiere Guadalupe Loaeza quien un buen día resolvió su problema de divertículos a través del plagio.

 

“El dopaje más sofisticado de la historia”. ¿Quién dijo que la sofisticación no es un lujo? Cuando las páginas web comenzaron a multiplicarse por el ciberespacio, las trampas llegaban a casa como pizzas calientes de Domino´s. El incentivo de la trampa enloqueció, por ejemplo, a estudiantes que en tiempo récord elaboraban trabajos, tesis y ensayos. La felicidad revestida de clic.

 

La sofisticación de las trampas es proporcional al avance tecnológico. De ahí que, de haber vivido en nuestra época, Adorno y Benjamin tendrían que realizar un ensayo quirúrgico sobre la mimetización en nuestras nuevas industrias culturales. Las imposturas ocurren a la vuelta de la esquina. No se requiere tener un nombre de marca para patentar lo que los otros piensan y hacen, sin agregar un gramo de valor.

 

A diferencia de la era industrial, en la actualidad, el conocimiento es el rasgo diferenciador entre los homo Apple. A lo lejos, observar una Apple Store es lo más parecido a los nuevos laboratorios del comportamiento humano. De la experiencia nace el amor y de las Apple Store el deseo. Los vendedores de placer dialogan con los curiosos; millones de dedos se deslizan sobre las pantallas; la admiración se procesa con la experiencia de navegar a través de producto; los pulmones se paralizan. La arquitectura de la postal es fascinante.

 

Las primeras personas que lograron comprar un iPhone 5, son los que levantan los brazos como si hubieran ganado un Tour de France. Las imágenes circulan por todo el mundo. Son campeones porque ya son personajes famosos e envidiables.

 

En concreto, de las Apple Store salen orgullos por portar la felicidad transmoderna. De ahí se detona el efecto mimético. Copiar para ser copiado. Sonreír porque se es sonreído. Vivir para ser vivido.

 

¿Cuántos Lance Armstrong existen?

 

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