Lisboa. En la plaza Marqués de Pombal de la capital portuguesa, se reúnen cientos de turistas para tomar los famosos turibuses. Es un domingo de otoño pero la temperatura es primaveral. Veintidós grados centígrados es una cifra benévola cuya procedencia responde, según un taxista, a un fenómeno climatológico africano. Y como siempre sucede con los GPS’s humanos, siempre son los mejores al explicar todo tipo de fenómenos.
Frente a la plaza inicia una de las avenidas más atractivas de Lisboa, Libertad. La panorámica sobre ella se observa un eclipse (enorme espectacular elevado en el pasto) llamado troika, una palabra que tendrá que ser asimilada por las enciclopedias del siglo XXI por su apocalíptica definición: decisiones clínicas-económicas dirigidas a reducir los déficit a través de la desaparición del gasto público, es decir, del gobierno.
Portugal presentaba, hasta el pasado 15 de septiembre, uno de los menores índices de manifestaciones entre los países de la Unión Europea; en éste sentido, el primer ministro Passos Coelho junto con la troika, conformada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han provocado un cambio sociológico en la sociedad lusa. Desde aquél día las protestas en contra de las decisiones que el gobierno del primer ministro se encuentra tomando respecto al recorte en el gasto público e incrementos en varios impuestos, han sacado a los portugueses a las calles de muchas ciudades y en particular, en Lisboa.
En la capital se pueden observar enormes espectaculares a nivel de calle; clavados en los prados, los mensajes van desde Troika, Passos, ¡Rue!, es decir, ¡A la calle! hasta el puntual Troika, lárgate, Que se luxe a Troika. Para complementar la estrategia ornamental, algunos de los propietarios de farmacias decidieron pegar una enorme calcomanía en el exterior de los locales con un mensaje alusivo a la cancelación del subsidio gubernamental a muchas medicinas: Farmacias en luto. Según algunos médicos, muchas operaciones no se podrán realizar en hospitales públicos porque el costo supera al de los hospitales privados.
El sábado se desarrolló la más reciente protesta, su título temático fue “Que se largue la troika, manifestación cultural”; organizada por intelectuales y cantantes en la plaza España, participaron Radio Macau, Camané, Naifa, Dead Combo, Janita Salomé, los actores André Gago y la escritora María Teresa Horta. Como sucedió hace algunas semanas en España, los portugueses pidieron “no matar a la cultura”. Para el día de ayer, se tenía programada una protesta más y el 14 de noviembre tendrá lugar una huelga general. Muchos de los asistentes se refieren al proceso que vive Portugal como una especie de estrangulamiento social. Suena muy rudo pero las cifras llevan hacia esa dirección.
En 2011 el gobierno luso obtuvo 2,290 millones de euros gracias al 5% de disminución en sueldos de funcionarios públicos; incremento del IVA de 21% al 23%; recortes en la seguridad social por 900 millones de euros; incremento de 1% en el ISR, entre otras medidas. En ese año el PIB cayó 1.7%.
Al finalizar el presente año, el gobierno de Passos ahorrará 4,555 millones de euros provenientes de corte en subsidios, disminución en pensiones estimada en 951 millones de euros y reestructuración de impuestos. La caída del PIB será del 3%. Por si fuera poco, el gobierno se comprometió con la troika en obtener 5,513 millones de euros provenientes de un impuesto de 10% a los pensionados que obtengan más de 1,350 euros mensuales; cancelación de subsidios al sector público, incremento en impuestos de la propiedad y al consumo. La caída del PIB se estima en 1%.
Uno de los grupos demográficos que ya se encuentran derrumbando a los viejos paradigmas es el de los jóvenes. El semanario del domingo pasado del periódico Diario de Noticias incluye un amplio reportaje sobre las acciones que están tomando para encarar a la crisis, el más notorio es que ya no se encuentran comprando departamentos como lo hacían sus abuelos y padres.
Entre los principales rubros de gasto que tienen los jóvenes son: el 29.2% de sus ingresos lo destinan a la renta de departamentos; el 14.5% a los transportes; y el 13.3% a alimentos. Al final de lista se encuentra el alcohol, cigarros y drogas con el 1.9%. En pocas palabras, los jóvenes portugueses no trabajan para vivir, viven para trabajar.