Norma tiene 23 años; es fan de Radiohead, Gustavo Cerati, Beethoven y Stravinski. Es percusionista y sonríe cuando dice que la música lo es todo para ella. Nabit tiene 20 años y afirma sin titubear que está muy seguro que no hay nada más que quisiera hacer en la vida que tocar el violín. Tiene un grupo con el que toca salsa y música celta. Dice que la música te hace un mejor ser humano. Vladimir es panameño, tiene 21 años y una tímida mirada detrás de unas enormes gafas. Dejó la titularidad de la Sinfónica de su país para estudiar en México en donde hay más oportunidades para él como oboísta. Los tres son músicos de la Orquesta Juvenil Eduardo Mata.

 

Orquesta Juvenil Eduardo Mata. Foto/UNAM Música

 

La orquesta que toca en el jardín

La Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata de la Universidad Nacional Autónoma de México debuta en agosto del 2011. Después de unos meses de trabajo y una completa restructuración administrativa que la hace ahora más que nada un proyecto académico, la orquesta busca lograr su objetivo principal: acercar la música clásica a la comunidad universitaria.

 

No es casualidad su nombre. Eduardo Mata, considerado uno de los mejores directores que ha dado México, dedicó gran parte de su obra a la difusión de la cultura y sobre todo de la música en la Universidad.

 

Para Rodrigo Macías, director asociado de la agrupación, la Eduardo Mata “es una orquesta dirigida a los jóvenes, es una orquesta que tiene el objetivo muy claro de acercarse a ellos; de estar en las Facultades, en los patios, en los auditorios, en los jardines, en la universidad para que los jóvenes se acerquen a ella”.

 

Rodrigo Macías. Director Asociado de la OJEM. Foto/UNAM Música 

 

La música como proyecto académico

 

Esta agrupación musical consta de 40 integrantes, la mayoría de ellos mexicanos aunque hay cuatro extranjeros, todos menores de 30 años a los que se les da una beca mensual de 10 mil pesos. Todos ellos sin excepción  estudian música o recién acaban de terminar como carrera la especialización de su instrumento, la mayoría de ellos en la Escuela Nacional de Música.

 

Con la formación de una orquesta con estas características también se buscaba otro objetivo: ser un semillero de músicos. “La orquesta cubre también este hueco, este espacio entre el fin de los estudios profesionales de la música y el inicio de la vida profesional”, asegura Macías.

 

Así, los jóvenes reciben cursos, clases magistrales y aunque tienen un director principal, el maestro Jan Latham-Koenig, quien también dirige a la Filarmónica de la UNAM, una de las cosas más enriquecedoras para la formación de estos jóvenes es la constante presencia de directores invitados de todas partes del mundo, que además de representar una alta exigencia, les da la oportunidad de adquirir poco a poco un alto nivel artístico.

 

 

Una orquesta que busca su propia personalidad

 

“Con los jóvenes la experiencia siempre es mucho mas didáctica, están cargados de energía, tienen muchas ganas de aprender y de manera personal es lo que yo aprecio a veces, esta voluntad”, asegura el director mexicano Rodrigo Macías, y agrega, “pero mientras que otros grupos profesionales grandes tienen su personalidad muy definida, los jóvenes están en ese proceso de búsqueda o formación de su personalidad”, lo que dice, en su experiencia es lo más interesante de presenciar en esta orquesta.

 

Norma, Nabit y Vladimir casi nos dejan con la palabra en la boca porque corren a seguir ensayando por unas horas más. Como Norma asegura, la música es toda la vida para ellos. Los tres, junto con el resto de sus compañeros se esfuerzan por hacer que la orquesta no sólo los haga mejores músicos, sino que más jóvenes como ellos brinquen la barrera que a veces y sin razón alguna, la música clásica impone.