En los últimos días de su administración, Marcelo Ebrard olvidó las duras descalificaciones que dirigió al presidente Felipe Calderón y adelantó que lo invitó a la inauguración de la Línea 12 del Metro, el próximo 30 de octubre.
A la pregunta de si ya confirmó su asistencia Calderón, dijo: “Supongo que va a estar”.
En su último informe de gobierno ante la Asamblea Legislativa señaló que nunca ha sido “mezquino”, por lo que reconoció el apoyo del gobierno de Calderón para construir la obra.
El cambio de opinión es radical si se toma en cuenta que durante cinco años evitó aparecer con él en actos protocolarios y mucho menos retratarse con el titular del Poder Ejecutivo. La guerra comenzó desde unas semanas antes de que asumiera la jefatura de Gobierno, cuando Alejandro Rojas, uno de sus incondicionales, declaró a la prensa: “Tengo la encomienda de informarles que, como jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard no piensa reconocer al gobierno del pelele de Felipe Calderón”.
Más de un año después, en diciembre de 2007, Ebrard todavía recordaba lo que la izquierda considera una afrenta; en una conferencia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara dijo: “El 2 de julio no se olvida, nosotros no olvidamos, si no hacemos nada, esto va a volver a pasar. Lo que nunca va a suceder es que el jefe de Gobierno del DF olvide lo que ocurrió el 2 de julio, porque fue un atropello”.
Durante cinco años, Ebrard acudió a las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad Pública pero siempre llegaba tarde y salía antes de que terminara el acto, para evitar el saludo con Calderón. Durante todo ese tiempo, dijo que no se tomaría la foto con Calderón porque no lo reconocía como presidente.
Fue hasta el 1 de julio de 2011 cuando los dos mandatarios finalmente estrecharon sus manos en el marco de una reunión Consejo Nacional de Seguridad Pública, realizada en el Campo Marte, aunque no hubo una fotografía que atestiguara el hecho.
El segundo saludo fue en el marco del penúltimo informe de gobierno de Felipe Calderón, en septiembre de ese mismo año, y aunque Ebrard declaró que el saludo fue un “acto institucional”, el entonces secretario de Desarrollo Social del DF, Martí Batres, lo consideró un acto de traición hacia Andrés Manuel López Obrador. La respuesta del funcionario fue cesarlo de su cargo.
El primer acto oficial encabezado por ambos mandatarios llegó el 11 de octubre del año pasado cuando inauguraron juntos la plaza Mariana, acompañados por Carlos Slim y el cardenal Norberto Rivera. Para entonces la competencia entre los dos presidenciables por la izquierda escalaba en intensidad y en la mente del jefe de gobierno el 2 de julio ya se había olvidado.