ESTA ENTREVISTA (PUBLICADA ORIGINALMENTE EN EL PERIÓDICO VANGUARDIA Y REPRODUCIDA ÍNTEGRAMENTE EN ESTE ESPACIO) FUE RESERVADA HASTA QUE SE DIERAN LAS CONDICIONES PARA SU PUBLICACIÓN. SE REALIZÓ EN DOS TIEMPOS: EL 9 DE OCTUBRE EN CASA DE MOREIRA, Y AYER MEDIANTE UNA LLAMADA TELEFÓNICA.

 

‘Cerdos’, pónganse a temblar…”. Ojos enrojecidos; una lágrima que no cae; un rostro que revela seis noches en que sólo duerme a ratos gracias a los somníferos: Humberto Moreira Valdés rompe el silencio y a voz en cuello exige una cacería contra los “narcoempresarios” de Coahuila y del país.

 

“Se la dan de santones aquí en el pueblo, en el estado… se codean con la sociedad, se han hecho millonarios a partir de su trato con los narcotraficantes. A ésos los quiero ver en prisión”, sentencia.

 

Moreira demandó que estos “narcoempresarios” sean identificados, perseguidos, exhibidos y castigados por todo México.

 

Humberto, el exgobernador y exlíder nacional del PRI, los responsabiliza por la ejecución de su hijo José Eduardo Moreira Rodríguez y de la de miles de mexicanos que han caído en manos del crimen organizado.

 

Desde el funeral el pasado 4 de octubre se había refugiado en casa, con los suyos. Estos son sus primeros pronunciamientos públicos.

 

SIN PREVIA CITA

 

El martes 9 de octubre, tras la rueda de prensa de menos de 10 minutos en que el procurador de Coahuila, Homero Ramos Gloria, confirmó (una de las muchas desacertadas veces hasta ahora) la identidad de Heriberto Lazcano Lazcano, quien fue abatido en el municipio de Progreso casi 48 horas antes y su cuerpo robado ¡con todo y carroza! de una funeraria de Sabinas, VANGUARDIA acudió a la casa de Humberto para solicitar un entrevista “a botepronto”, sin previas citas.

 

El sobrevuelo de un helicóptero, apenas seis hombres, ninguno portando armas largas; no hay barricadas ni filtros de seguridad intimidatorios frente al domicilio; un jardinero da mantenimiento a unas plantas… una voz amable nos recibe en la caseta y dice, con un poco de resistencia, que el profesor está enfermo, que lo están atendiendo, pero gestionará la solicitud.

 

Sale de la casa un conocido médico saltillense, el doctor Raymundo Verduzco. Efectivamente, el exgobernador está indispuesto, incluso le acaba de aplicar una inyección pues trae malestar en la garganta; la voz anuncia a través de una pequeña ventana que, sorpresivamente, podemos pasar, que nos recibirán. Son pasadas de las 12:00 horas.

 

Tras la puerta, una figura espigada da la bienvenida; es desconcertante ver cómo el dolor opaca momentáneamente la juventud. Es Rubén, el hijo de Humberto, quien nos conduce por pasillos y escaleras a media luz, en silencio, hasta llegar a un despacho en donde espera ya el exlíder nacional del PRI.

 

¿Hay un rompimiento con su hermano Rubén, el Gobernador de Coahuila? ¿dejó usted crecer al crimen organizado en el estado? ¿“Lazca” vivía aquí desde hace tiempo y no lo sabían? ¿se arrepiente de algo dentro de su desempeño como político? ¿qué piensa de la acusación que lanzó contra Rubén su nuera Lucero Davis por el asesinato de José Eduardo? ¿piensa sacar a su familia del país por seguridad?

 

Estas son algunas de las preguntas que contestó Humberto como exgobernador, hermano, padre y como abuelo.

 

‘LO QUIERO MUCHO… ES MI HERMANO’

 

“(Al Gobernador) Lo quiero como hermano. Tenemos todos… los dedos son distintos, todos (muestra su mano)”.

 

Sus palabras, un tanto atropelladas, se apuran a tratar de dejar en claro que pese a las trágicas circunstancias y al lapidario juicio mediático, el lazo vital trasciende fusionando emociones con espíritu y razón.

 

Mientras Humberto habla, atrás de él se abre de golpe una puerta por la que sale una mujer alarmada que aborda al hijo de Moreira y le muestra un teléfono, ambos gesticulan con preocupación… en ese momento se pide al entrevistado parar un poco para que atienda. Nadie se había atrevido a interrumpir pese a que se escuchaban fuertes sonidos característicos de ráfagas de grueso calibre, de las que el exgobernador no se había percatado.

 

Se levanta y va hacia su esposa Vanessa y su hijo Rubén, conversan mientras que sus equipos de seguridad trabajan a velocidad luz; puertas adentro, los otros miembros de la familia Moreira esperan instrucciones… todos a la expectativa sobre lo que afuera sucede. Pasados unos minutos, Humberto regresa a todos al momento y lugar: “Es que aquí cerca está el cuartel; llegó información de datos de seguridad, son datos que sobresaltan… ahí se oye alguno (detonación)… esta información de seguridad es frecuente”. Seguramente se refiere a esta parte de su vida que tiene que sufrir desde el crimen de José Eduardo.

 

Reanudamos.

 

‘JUDAS’ TIENE QUE PAGAR

 

Inevitable la mención del padre, el abuelo, su voz acaso sube un poco de intensidad: “Al gordo ese de el Castillo, desgraciado que puso a mi hijo, que lo engañó, que le dijo ‘Tengo una invitación que darte’… ese desgraciado tiene que pagarla el resto de su vida en la cárcel”.

 

Moreira Valdés señala que al igual que los miles de padres de familia que han enlutado en esta “guerra”, quiere justicia, no venganza, y que no se quedará cruzado de brazos.

 

La cacería no termina con la detención de los homicidas de José Eduardo, él exige atacar a la raíz, a aquellos que por hacer una fortuna financiando al crimen organizado lo dotaron de dinero para comprar armas y vehículos, sobornar autoridades, para reclutar sicarios y pagar con eso la muerte de miles de personas tanto en Coahuila como en todo México.

 

Un detalle: aquí a quienes habrían financiado no fue a unos líderes, sería a “Los Líderes”.

 

¿Es éste el político que comandó a los priístas del país en su “resurrección”? ¿a quien acusan de enriquecimiento ilícito e hipotecar a generaciones de coahuilenses? ¿aquel que arrasó en las batallas electorales en Coahuila? ¿el que tuvo innumerables “rounds” con el presidente Calderón?… en los últimos 50 minutos fue también el padre que luchó porque su voz no se quebrara al recordar a su hijo, ése con quien tuvo comunicación telefónica 15 minutos antes de que desapareciera.

 

“Lo que más le duele (a alguien) que haya vivido esto, que somos muchos en este país, es ¿Qué pasó desde el momento que lo agarran hasta el momento que lo matan?”, lamenta Humberto.

 

Durante la entrevista, habla, promete, sin nombres ni documentos de por medio hasta ahora. En sus primeras palabras se ocupa de la tragedia, pero advierte que hay mucha información qué saldar con la ciudadanía, tanto de la megadeuda como de los “narcoempresarios”, y que lo hará pronto.

 

Jesús Torres Charles

“Fue un hombre que se coordinó con los militares. Un hombre en el que yo confié y confío”.

 

¿Como Gobernador recibió alguna amenaza, intento de contacto, acercamiento o nexo con el crimen organizado?

“¿Con qué?… no, ninguna, claro que no. No sé si a ti, pero a mí no”.

“Lo dicen los ‘opinólogos’ que sin saber siempre hablan, y a quienes yo les deseo que Dios los perdone”.

 

Se dice que dejó crecer al crimen organizado

¿Advirtió a la Federación sobre el crimen organizado en Coahuila?

“No solamente lo advertí, le di información concreta durante mucho tiempo”.

 

Sobre Monclova

“Me aparté de allí porque el mismo Ejército me alertó: ‘Salte, es una zona de peligro”’.

 

En Cuba

“Fui a Cuba 10 días nada más cuando dejé el partido (dirigencia nacional del PRI)… fui a sanar las heridas”.

 

A narcoempresarios

“‘Cerdos’, pónganse a temblar…”.