Ayer se presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 (ENA2011), donde el dato que más se promovió fue el aumento en el consumo del alcohol y una disminución en la tendencia del consumo de drogas en los menores de edad. Pero, antes de festejar una “estabilización o reducción en el ritmo del crecimiento del consumo de drogas” hay varios puntos que se deben analizar. No podemos cometer el error de tomar decisiones de política pública con un estudio que tiene un rezago de más de 18 meses y que difiere de otros resultados regionales, así como los precios en el mercado de narcóticos que indican lo contrario.

 

La misma encuesta reconoce que hay estudios que difieren de sus resultados, ya sea por la temporalidad o por el grupo que es parte del estudio. Por ejemplo en los estudios enfocados a estudiantes en Nuevo León, Villatoro, Gutiérrez, Quiroz, Juárez y Medina Mora reportan una prevalencia de 9.4% en el consumo de cualquier droga alguna vez en la vida en 2007; en Jalisco, el trabajo de Chávez, Villatoro, Robles, Bretón y Sánchez, de 2010, encontró una prevalencia de consumo de cualquier droga alguna vez en la vida de 16.5%: para el Estado de México, Martín del Campo, Villatoro, Mosqueda, Gaytán y López reportan un consumo mayor de cualquier droga alguna vez, del 20.2%, en 2010. En el DF, donde se ha realizado un estudio sistemático en las secundarias, se aprecia un aumento en el consumo del 17.8% a 21.5%, de 2006 a 2009. La SEP, con información de su encuesta Enlace, aplicada a directores de secundarias, informó en marzo de 2012 que cerca de 8% de las secundarias en el país han consumido droga, pero hay estados como Baja California o el DF donde la cifra supera el 30%.

 

El estudio, hecho público después de 18 meses de su levantamiento, tampoco presenta el cuestionario ni la tabulación de las preguntas más importantes, como son el uso de drogas a lo largo de su vida. A su vez, en la comparación internacional vemos como México es uno de los países con menor consumo en el mundo, de acuerdo al análisis comparativo que realizó la Secretaria de Salud.

 

En el mercado de narcóticos vemos como los precios de las drogas han bajado de manera consistente, debido a una mayor oferta en el mercado y el número de puntos de venta también va en aumento. Hoy en México es más fácil conseguir droga y esta es más barata. También hemos visto que la tolerancia hacia el uso de las drogas ha cambiado y que mientras los narcotraficantes pueden ser vistos como “malos” para la sociedad, el usar mariguana tiene un mayor nivel de tolerancia en los diferentes sectores de la sociedad. Inclusive la opción de legalizar las drogas va ganando terreno.

 

Los narcomenudistas saben que el mercado de crecimiento es el de jóvenes y que los adictos son los que les generan estabilidad a sus ventas. Por eso llama la atención que la muestra de “población en riesgo” representa el 24% del total de los entrevistados. Falta analizar las bases de datos del estudio y ver cuándo serán públicos antes de tomar este estudio como una referencia.

 

El próximo gobierno necesitará indicadores confiables y no puede basar su toma de decisión en trabajos que tienen 18 meses de retraso en su integración. Además sería importante aumentar la periodicidad y hacer este estudio por lo menos de manera anual, como se realiza en la mayoría de los países de la OCDE. A su vez el monitoreo en secundarias y jóvenes es el más relevante, y es donde debemos de contar con mayor información, para poder contar con los elementos que nos permitan hacer una política pública para inhibir el consumo de drogas. Este es el mercado más lucrativo para los vendedores de droga y es ahí donde el Estado debe crear una política de prevención del delito.

 

El que realiza las mediciones no puede ser el mismo que opera los programas. Es por eso que la Encuesta Nacional de Adicciones debería ser anual y comisionada al INEGI, un órgano que mide lo más relevante para el Estado. De esta manera se garantizaría la continuidad e independencia de las mediciones. Con la encuesta de victimización el INEGI reafirmó su independencia técnica, ya que a pesar de las presiones de algunos miembros del gobierno federal, los resultados fueron públicos y las bases de datos disponibles para los usuarios. Esto ayudo a muchos gobiernos estatales y miembros del gobierno federal a corregir y tomar decisiones, mientras otros desacreditaban las cifras. Si queremos realmente combatir el crimen organizado debemos empezar por saber en dónde están los consumidores y ofrecerles otras alternativas que no sea la droga.