Después de 32 años de no verse, María Teodora Ñiamendiz, madre centroamericana que participa en la Caravana Liberando la Esperanza, se reunió la tarde de hoy con su hijo Francisco Cordero Ñiamendiz.
El encuentro se dio en el Albergue Decanal Guadalupano, en Tierra Blanca, uno de los lugares más peligrosos para los migrantes.
Madre e hijo son originarios de Nicaragua, pero en 1980, Francisco emprendió un viaje hacia los Estados Unidos a causa de la Guerra Civil en su país. A su paso por Veracruz, decidió establecerse y formar una familia.
Fue así como a los 19 años se convirtió en migrante y desde que su llegada a tierras veracruzanas se introdujo en el oficio de la construcción. Jamás imaginó que su madre lo estuviera buscando.
La felicidad de la señora Ñiamendiz salió a flote cuando reconoció a su hijo, después de pensar por años que no podría.