Con el anuncio, confirmación en realidad, de una reforma que cambiará los criterios de la asignación de la publicidad oficial y buscará normar y transparentar el millonario gasto propagandístico federal, el presidente electo Enrique Peña Nieto tocará uno de los temas más sensibles de su meteórico ascenso al poder: la relación entre los medios de comunicación y el gobierno, o lo que es lo mismo, el viejo dilema de la prensa y el poder.
Junto con la reforma que ya se prepara en el Congreso, Peña tendrá que definir una política de comunicación social que sea congruente con un cambio de la magnitud como el que se plantea en la futura iniciativa de ley. Asignar a cada medio el presupuesto publicitario que le corresponda con base en criterios estadísticos y medibles de audiencias, públicos, circulación o lectores, no sólo será un cambio fundamental que puede acabar con la discrecionalidad y la corrupción que hoy se maneja en muchos de los grandes medios, sino que provocará también un obligado ajuste, casi una revolución en los ingresos económicos de diversos medios, sean electrónicos, digitales o escritos, al grado de poner en riesgo la supervivencia de algunos o mermar la fuerza de otros que hoy son empresas dominantes en sus ramos.
¿Están dispuestos en el próximo gobierno a asumir el costo político que puede tener una medida de esa magnitud? Los impulsores de tal reforma, propuesta por Peña Nieto en campaña, afirman que sí. Y aunque eso trastoca desde su cuestionada relación con televisoras hasta las cifras ficticias de circulación que manejan muchos periódicos mal llamados “nacionales”, los cercanos al presidente electo, que han redactado las propuestas que pronto estarán bajo análisis de comisiones del Congreso, aseguran que éste es uno de los cambios fundamentales que se ha propuesto al inicio de su gobierno el futuro mandatario.
Por lo pronto, en lo que se ve si son peras o manzanas, Peña Nieto necesitará de un grupo humano que instrumente esa nueva política. ¿Quiénes son los comunicadores con los que el nuevo gobierno operará un cambio como el que hasta ahora se plantea en el papel? Sin duda alguna el equipo de comunicación de Peña Nieto lo encabezará David López Gutiérrez, el operador de medios de todas las confianzas del mandatario electo. La cercanía de López no sólo estriba en su experiencia en el manejo de oficinas de prensa, sino en una amistad y confianza que ha trabado con Peña desde el gobierno del Estado de México.
Desde hace meses David López ha ido armando una lista de comunicadores que ocuparían las principales posiciones del gabinete. Roberto Calleja, actual vocero del PRI y segundo de López en el Edomex, encabeza la lista; Carlos Olmos, que próximamente será nombrado coordinador de Comunicación Social del Senado, es otro de los cuadros importantes; Ignacio Durán Lomelí, colaborador de la campaña, junto con Armando Quintero Mateos, son parte del primer equipo que llegará a las áreas de comunicación.
Fernando Macías, experimentado comunicador, Mario Sánchez y Pascual Cervantes, cercanos a David López, y Martha Gutiérrez, operadora de medios de Miguel Osorio Chong, son otros de los nombres que figurarán en las oficinas de prensa del gobierno federal.
De los voceros que laboran actualmente en el gobierno calderonista, apenas unos cuantos podrían ser integrados al próximo gobierno, especialmente jóvenes comunicadores que han hecho una buena labor. En ese caso estarían Roberto Albistegui, Fernando Mora y Wilhem Halgesieb, entre otros comunicadores de la actual administración.
Hay quienes ven con escepticismo la idea de un cambio significativo en la política de comunicación gubernamental en la era Peña Nieto que está por comenzar. No hay, dicen algunos críticos, elementos que permitan generar expectativas a partir de su actuación como gobernador. Otros esperan un regreso de las viejas formas de censura del PRI y el endurecimiento de las prácticas contra la libertad de expresión. Pero en el equipo peñista insisten en que será uno de los primeros cambios perceptibles en el inicio del nuevo gobierno. Veremos en los hechos.
NOTAS INDISCRETAS… Mantenerla como Secretaría de Seguridad Pública o volverla una subsecretaría y reintegrarla a la Segob, es uno de los dilemas que están por resolver en el equipo de transición. Si se mantiene la secretaría hay quienes ven una figura de mucho peso como Jesús Murillo Karam, pero si se le baja el nivel, sería otro nombre. En todo caso, si no hay tiempo para los cambios legales, tal vez nombren un encargado de despacho hasta que se realicen los cambios… Escalera doble. Buena semana.
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