Mañana se llevarán a cabo las elecciones presidenciales más disputadas de los últimos años en Estados Unidos, con la atención del mundo puesta en el desenlace electoral y en sus efectos inmediatos en la economía. Aunque este evento nos parezca lejano, la economía mexicana y nuestros bolsillos resentirán, para bien o para mal, estos efectos. Le explico.
El presidente demócrata Barack Obama y el candidato republicano Mitt Romney buscarán mañana en las urnas los votos suficientes para ganar la Presidencia de Estados Unidos, en momentos en que las encuestas prevén una cerrada pelea en los estados de Florida, Ohio y Virginia, considerados clave para obtener los 270 votos electorales necesarios.
Pero a partir del miércoles, sea relecto Obama o nombrado presidente Romney, cualquiera de ellos deberá librar una batalla de enorme importancia para el futuro económico del mundo: Cómo resolver el llamado “precipicio fiscal” antes del 31 de diciembre, un entuerto creado por la incapacidad de los políticos estadunidenses y cuyo desenlace pone en riesgo la recuperación económica de Estados Unidos y, con ella, la del resto del mundo, incluido Mexico.
Vamos por partes. La economía estadunidense aún no da signos fehacientes de una recuperación firme con todo y que los últimos datos sobre el empleo a octubre y sobre el producto al tercer trimestre fueron ligeramente positivos aunque altamente dependientes del gasto federal. Allí, en la óptica de estos resultados se ha concentrado la discusión económica electoral entre Obama y Romney.
Esta fragilidad de la recuperación económica se ve amenazada por la discusión presupuestal que libran demócratas y republicanos desde el año pasado en el Congreso y sobre la que aún no hay acuerdos. En 2011 el gobierno de Obama propuso aumentar el techo de la deuda e incrementar los impuestos para financiar un mayor gasto en programas de estímulo, a lo que la mayoría republicana se opuso bajo el argumento de que lo único aceptable era una reducción del gasto público. Ante el impasse se nombró una “supercomisión” bipartita para darle una salida política, cuestión que ha sido un fracaso hasta ahora.
Si la “supercomisión” no encuentra salidas antes de 2013, automáticamente se provocarán recortes al gasto público -entre ellos el término de algunos subsidios de emergencia- y diversos incrementos de impuestos -porque cesarán recortes tributarios previamente establecidos- medidas que tendrían un impacto por 600 mil millones de dólares de reducción del déficit fiscal, lo que muy probablemente llevaría a una nueva contracción del PIB estadunidense en 2013.
Dado que los republicanos dominan el Congreso, Obama -aun con su relección- tendría que ceder en importantes recortes al gasto público a cambio de aumentar impuestos. Sin embargo, este escenario no está nada claro, y menos aún después de una campaña electoral que se ha caracterizado por los ataques e insultos.
La incertidumbre en medio de la fragilidad de la economía estadunidense ha puesto los pelos de punta a economistas y políticos del exterior, con una Europa en plena recesión, con China e India desacelerándose y con economías latinoamericanas perdiendo vigor.
La economía mexicana, cuyas exportaciones dependen en 80% del dinamismo estadunidense, sería la principal damnificada de las crecientes pugnas entre demócratas y republicanos.
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