Hace unos días Sandy nos recordó que la fuerza de un meteoro se amplifica hasta alcanzar niveles devastadores cuando interactúan dos fuerzas: la de una depresión tropical y otra de masa de aire frío. En economía no es muy distinto, hay factores que cuando convergen suelen ser demoledores.

 

Hay dos fuerzas en la coyuntura financiera mundial que están incrementando la velocidad de los vientos: una Europa deprimida que no acaba de clarificar su futuro y una China que no sale de una espiral de bajo crecimiento.

 

Sin embargo, factores como la relativa fortaleza financiera de mercados como el latinoamericano mantienen optimismo para inversionistas que buscan ponerse a salvo de una eventual Tormenta perfecta en la economía mundial.

 

Ante esta mezcla de incógnitas y certezas resulta mucho más valioso para el público inversionista ocuparse en interpretar información financiera que preocuparse en hacer proyecciones.

 

La semana pasada, en un seminario especializado de inversiones, Jaime de la Barra, estratega financiero de Compass Group, comentó que tras cuatro años de constantes situaciones de conflicto económico en el mundo, éste es el momento para que la volatilidad tienda a volver a la normalidad.

 

Esto debido a que ya están empezando a resolverse situaciones relevantes en mercados clave como el de Estados Unidos, China e incluso el europeo. Esto, sin dejar de lado que, debido a que apenas el mundo sale de una crisis tan grande y fuerte como la de 2008, los mercados globales siguen siendo proclives a situaciones de volatilidad.

 

Un fenómeno interesante que se ha producido a la salida de la crisis de 2008 es la llamada “represión financiera”. Es decir, el efecto derivado de los bancos centrales de los países desarrollados, tan activos en evitar el caos económico o una situación de depresión como la de los años 30 del siglo pasado, inyectando liquidez y bajando las tasas de interés de forma muy agresiva.

 

Ese factor, aunado a un incremento en la volatilidad, deriva en baja en los rendimientos de instrumentos financieros percibidos como de bajo riesgo, lo que significa que los deudores se ven beneficiados a costa de los ahorradores. Así, los gobiernos del mundo desarrollado -deudores- cuentan con oportunidades de las que se pueden financiar a tasas muy favorables.

 

Es el caso de México y muchos de los países latinoamericanos en donde el fenómeno de “represión financiera” no tiene tanto que ver con el comportamiento de los bancos centrales, sino con la disponibilidad de ahorro.

 

Resulta alentador escuchar que actualmente la oferta de ese ahorro en América Latina ha aumentado, lo cual permite que las tasas de interés se mantengan bajas.

 

Esta coyuntura permite buscar alternativas de inversión en los mercados de capitales que generen rentabilidad a los ahorros de largo plazo con la finalidad de preservar el capital.

 

Eso es una buena noticia para México, pues además, mantiene los fundamentales de su economía sólidos, una responsable disciplina fiscal, lo cual lo diferencia de mercados como el brasileño y otras economías emergentes ante los ojos de inversionistas.

 

Si usted está interesado en escuchar proyecciones ante estos escenarios, le recomiendo escuchar a Compass Group: “Leer con precisión la información más oportuna para tomar las mejores decisiones tiene más valor que hacer vaticinios para después explicar por qué no sucedieron”.

 

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