En el último mes, dos de las grandes cadenas del vestido abrieron sus puertas por primera vez en la Ciudad de México. El 19 de octubre lo hizo la estadunidense Forever 21 y el pasado 1 de noviembre la sueca H&M. Ambas, junto a la líder española Zara, son protagonistas mundiales de lo que se conoce como la industria del “fast fashion” que se ha convertido en un exitoso modelo de negocios basado en ofrecer a los clientes -especialmente a los jóvenes- moda casi en tiempo real (cuestión de dos semanas para renovar los modelos), con materiales y confección de bajo costo, a precios accesibles… o muy accesibles.

 

El “fast fashion” (moda rápida) -como en su tiempo el “fast food”- se ha convertido en un fenómeno de masas. No por nada el dueño de Inditex (Zara), Amancio Ortega, ya es el hombre más rico de Europa y el tercero más acaudalado del mundo, según Bloomberg, con una fortuna estimada a octubre pasado en 53 mil 600 millones de dólares, fortuna que crece día a día de acuerdo a los buenos resultados en las ventas de las mil 600 tiendas que posee en 85 países. Ortega es de los pocos empresarios españoles cuyos negocios se siguen expandiendo a tasas aceleradas a contracorriente de la crisis económica que azota a Europa y a Estados Unidos.

 

Lo mismo ocurre con la sueca Hennes & Mauritz, mejor conocida como H&M, que es la segunda mayor cadena de “fast fashion” en Europa y cuyo propietario, Stefan Persson, es el multimillonario número 16 en la lista de Bloomberg.

 

El furor que genera entre la clientela, especialmente femenina, es tal que sólo basta darse una vuelta por las recién inauguradas tiendas en México para comprobarlo. Largas colas los fines de semana para entrar a la enorme tienda de H&M en Santa Fe y compradoras compulsivas en Forever 21 en Paseo Interlomas, son las estampas que se encuentra cualquier curioso. Y la explicación es fácil de hallar cuando se ven los bajos precios en las etiquetas de prendas de vestir a la última moda de diseñadores internacionales.

 

Un caso de crecimiento acelerado reciente ha sido Forever 21. Si bien su dueño, el coreano Do Won Chang, abrió su primera tienda en un local de 80 metros cuadrados en Los Ángeles, ha sido en los últimos dos años cuando la expansión internacional de la cadena se aceleró en Europa, Asia y, ahora, América Latina con tiendas en Bogotá y la Ciudad de México. Las ventas de Forever 21 se estiman para este año en cuatro mil millones de dólares, producto de las ventas de las 500 tiendas que posee la cadena. Won Chang, un inmigrante preparatoriano que administra el multimillonario negocio de “moda rápida” con su esposa y sus dos hijas, tiene una fortuna calculada por Forbes de cuatro mil 200 millones de dólares y ha generado controversias en algunos sectores empresariales y de medios de comunicación por publicar en las bolsas de sus tiendas un texto de la Biblia (“Juan 3:16”) y lanzar una colección de playeras con leyendas en relación a Jesús, en una demostración abierta de su fe.

 

El fenómeno del negocio de masas “fast fashion” todavía no ha tocado sus límites. La llamada “democratización” de la alta moda entre los sectores juveniles de la creciente clase media de los países emergentes y de las economías desarrolladas ahora en crisis, son oxígeno puro para las crecientes fortunas de empresarios como Ortega, Persson o Chang.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

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