La tecnología de búsqueda por órdenes de voz que desarrolló Google para el sistema operativo de Apple es algo sorprendente. En mis dispositivos Android nunca le puse atención, es como un botón gris en medio de lucecitas que se chupan la batería en cuanto uno se descuida, o en el momento en que más necesitamos usar el teléfono. En cambio, este fin de semana me presumieron cómo funciona el servicio dentro de un iPhone en México, con una velocidad que mis dedos sobre el teclado envidian.
No fue precisamente la empresa queriendo vender el producto la que me informó del desarrollo, ellos están muy ocupados hablando de lo que más buscan los mexicanos, o de cualquier otra cosa que tenga que ver con datos cuantitativos o películas, o en vender anuncios o en hablar de los “evangelizadores” de Mountain View. Estaba en una de las zonas más visitadas de esta ciudad con mi familia cuando mi cuñado Jorge, quien vive en Canadá, me dijo que estaba usando mucho Google Voice Search. Que lo acababan de liberar hace unos días, con mejoras. Me preguntó si lo había descargado en México. Una vez que le dije que no sabía ni de qué estaba hablando, pasaron cinco minutos a lo mucho, por problemas de saldo en mi cuenta de iTunes, cuando ya estaba con la aplicación en la mano. En español.
Es sorprendente. Mi idea del reconocimiento de voz se remonta a hace más de una década, cuando investigadores de Microsoft me explicaban que después de configurar mi voz dentro de una máquina de escritorio, con un software que se llamaba Dragon, la computadora sería capaz de escuchar mi dictado y tomar nota de todo lo que decía, tal y como si tuviera una secretaria tecleando simultáneamente. Probé el software alguna vez en mi vida, pero acabé por tirarlo a la basura, después de hora y media de tratar de configurarlo. Era una pérdida de tiempo que no estuve dispuesto a soportar en esos días. Preferí seguir aprovechando mis clases de mecanografía, a la vieja usanza.
Pero Google Voice Search no necesita configuración, una vez que lo descargas lo puedes echar a andar y hablarle. Te entiende de inmediato. No necesitas teclear ya nada. Te apuesto a que es más rápido. Lo notarás de inmediato. Además, en cuanto vas hablando, hace una transcripción de tus palabras en la pantalla.
Le pregunté por una cafetería cercana, le preguntamos por un proyecto de un gasoducto en Estados Unidos y Canadá, le preguntamos por un museo y yo sigo haciéndole hoy preguntas al azar, sólo para jugar con la inteligencia de la máquina. Te recomiendo que lo descargues, si tienes iPhone o iPad. Es una de las aplicaciones que disfrutarás utilizar para buscar direcciones y ahorrarte el teclado mientras manejas. O simplemente para darte cuenta de cuán avanzada está la tecnología de reconocimiento de voz, un invento que hace décadas podría costarnos cientos de dólares y que hoy es gratis.
Además, me pongo a pensar que en Android no es tan bueno el servicio, como en un iPhone o un iPad. Y pienso que Google acaba de meterse al terreno de Apple a ganarle la batalla desde sus entrañas, una nueva estrategia dentro de la guerra por el control del mercado de los smartphones, pues incluso rebasa con su precisión y rapidez tecnología de la firma de la manzanita, dentro de sus mismos dispositivos. Voice Search, como su nombre indica, sólo busca. Pero creo que dentro de poco podremos tener, ahora sí, una especie de secretaria robot que tome nota de lo que hablamos, audio y texto, sin necesidad de tener un teclado de por medio. Por lo pronto, nuestra forma de interactuar con las máquinas comienza a cambiar con la velocidad de Voice Search.