Ante la legalización de la marihuana para fines recreativos en Washington y Colorado, Videgaray aseveró que Peña Nieto no entraría en esa discusión. La clase política reaccionó y polemizó sobre si debía discutirse el tema. Allende sus posturas, omitieron que la discusión ya está aquí. Lo que falta es fijar posturas y definir políticas. El nuevo gobierno debe ser cauteloso con el tema. Su postura puede ser tomada como muestra de su capacidad de escucha a la sociedad.
El tema no es nuevo ni en México, ni en el mundo. Hace años que se hacen análisis profundos sobre los costos de la lucha antidrogas. En mayo, México Unido contra la Delincuencia y otras organizaciones armaron un espléndido seminario internacional sobre el tema. Se presentaron estudios de caso, se analizaron estadísticas de violencia y consumo de estupefacientes. Se dialogó con autoridades y ciudadanos de diversos países. La discusión se dio.
La legalización de la marihuana en EUA es inevitable. Las señales son claras. Es cuestión de tiempo. Obama ha expresado reiteradamente su entendimiento del problema de las drogas como problema de salud pública. Ha asegurado que centrara su política en la atención de la demanda más que en la persecución de la oferta.
Hace dos años, California tuvo el primer referéndum sobre el tema en el que el resultado fue realmente cerrado. La legalización perdió por escasos siete puntos porcentuales: 53.5% el NO contra 46.5% el sí.
Washington y Colorado ya legalizaron plenamente consumo, transporte, producción y posesión. La decisión seguramente será combatida en tribunales y habrá que crear una regulación de la medida. Pero, la tendencia está marcada: hay al menos 23 estados que despenalizaron la posesión de cannabis, y/o su uso médico y/o recreativo.
Lo que destaca es el uso de referéndums en los que la sociedad acepta o rechaza una determinada medida tan controversial. Con la decisión, se validan los gustos y la voluntad de una mayoría. La sociedad tiene un vínculo con la autoridad que supera ideologías y posturas. La evolución de la sociedad dicta las posturas de las autoridades. En México, solo Manlio Fabio Beltrones hizo una referencia clara al mecanismo de decisión, el resto se perdió en juzgar la medida.
A veces olvidamos, que estar de acuerdo o no con lo que hacen los americanos es secundario. Los mexicanos no votamos en EUA. Puede cabildearse ideas o proyectos pero tenemos que vivir con las consecuencias de sus reglas…. Y ellos con las nuestras.
Criticarlos no cambia nada. Es la definición e instrumentación de políticas lo que genera resultados. La guerra aquí seguirá, en parte porque la penalización de las drogas desvía la atención de las fuerzas de seguridad hacia la persecución de capos más que hacia la defensa de ciudadanos; y en parte porque no hay un sistema de procuración de justicia sólido que castigue delincuentes en vez de inventarlos.
Los elevados costos humanos de la guerra antinarco nos han llevado como sociedad a replantear prioridades. Muchos hemos pedido a gritos un cambio de rumbo ante los oídos sordos de las autoridades. La despenalización es un rumbo alternativo que por sí solo no resuelve pero en mucho puede ayudar.
Esta administración aprendió a “oir” ante las cámaras pero no a escuchar. Validan la guerra y construyen memoriales sin nombre. La lección americana muestra la importancia de abandonar los dogmas y abrir la capacidad de escuchar a la sociedad para gobernar. Este es otro reto para Peña Nieto, demostrar que van a escuchar.