La noche del viernes 2 de noviembre, en pleno puente del Día de Muertos, dentro de una sala de cine abarrotada por casi 300 personas, Hendrik Cuacuas Gómez, de 10 años de edad, recibió un balazo en la cabeza… pero nadie se dio cuenta.

 

Ni el padre del menor que estaba justo a su lado, ni los espectadores, ni los empleados del complejo se percataron quién le disparó a menos de un metro de distancia. Hendrik moriría dos días después por la bala que quedó alojada en su cerebro, en un hospital de la colonia Roma.

 

Se trata de una historia en la que hasta el momento todos parecen ser culpables: los paramédicos que nunca llegaron, el gerente y los empleados del cine que se llevaron al niño en un automóvil al nosocomio, los policías que se fueron y la Procuraduría que no ha resuelto el caso.

 

Pero en los hechos, lo único cierto es que las circunstancias del crimen son un misterio y que Hendrik está muerto de un balazo que recibió en una sala de cine.

 

La trama

 

Fue el complejo de Cinépolis de Plaza Ermita, a donde Enrique Cuacuas decidió llevar a Hendrik y a su hermana de 12 años, a ver la película Ralph El Demoledor. La función elegida fue la de la Sala 2, que iniciaba a las 20:00 horas.

 

Quince minutos después de entrar a la sala, ya con la película en marcha, el señor refirió que escuchó “como un zumbido” o “algo que pasaba”, y de pronto vio a su hijo, sentado en el asiento de su derecha, convulsionarse.

 

“Yo no escuché ningún disparo, no vi ningún flashazo, nada… sólo como que algo pasó. Nadie en la sala se levantó tampoco, había más de 300 personas, pero nadie lo notó. Yo la verdad pensé que se había herido con un vidrio o algo”, dijo el padre en entrevista.

 

Fue hasta que el menor se convulsionó cuando Enrique pidió auxilio y las luces de la sala se prendieron. El menor, según lo dicho por el padre, fue llevado al sótano donde el gerente se enteró de lo sucedido.

 

“Vinieron unos policías y el gerente les hizo señas de que se fueran, la ambulancia nunca llegó. El gerente trajo su coche, no sabían ni cómo subirlo, lo subieron de cabeza, yo les dije que eran primero los pies (…). Luego fui por mi coche y cuando regresé ya se lo habían llevado al Hospital de la Comunidad Europea”, agregó el padre del menor.

 

Sin que nadie supiera aún que lo que tenía Hendrik en la cabeza era una bala, el niño fue sacado del automóvil del gerente e ingresado al hospital cerca de las 21:30 horas. Minutos después llegó su padre, quien llamó una ambulancia para que mejor lo llevaran al Hospital Dalinde.

 

Tomografía reveladora

 

Fue hasta las 00:30 de la noche del sábado 3 cuando una tomografía reveló que lo que el niño había recibido era un disparo y que la bala se encontraba alojada en su cabeza.

 

El domingo, cerca del mediodía, Hendrik Cuacuas Gómez fue declarado muerto a causa de la hemorragia provocada por el disparo.

 

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), que se enteró de lo ocurrido hasta que el niño llegó al Hospital Dalinde, abrió la averiguación previa FCUH//CUH-7/T3/3342/12-11 por el delito de homicidio por arma de fuego.

 

Ayer, diez días después de ocurridos los hechos, la Fiscalía central para la Investigación de Homicidios, atrajo formalmente las investigaciones.

 

La acusación

 

El padre del menor fallecido responsabilizó a la cadena Cinépolis y, en especial al complejo de la Plaza Ermita, de no haber atendido correctamente a su hijo, e incluso dijo que “por otras personas”, se enteró que ya había ocurrido lo mismo en anteriores ocasiones.

 

“Al parecer han ocurrido otros tres incidentes similares, de personas heridas por arma de fuego, y eso no está bien, podría haber corrupción ahí, pues pareciera que en ese cien están jugando al tiro al blanco con esas personas, y eso no está bien”, señaló Enrique.

 

El padre también se presentó ayer en el edificio central de la PGJDF con la intención de que lo recibiera el procurador capitalino, Jesús Rodríguez Almeida, pero lo que le indicaron es que tenía que hacer una cita por teléfono, y que además la investigación se encontraba en curso.

 

“Yo lo que quiero es que cada quien haga su trabajo, que las autoridades resuelvan el caso, y que se detenga al responsable”, dijo Enrique, aunque reconoció que ni el mismo, que estaba junto a su hijo, sabe muy bien que fue lo que pasó.

 

La Necropsia

 

El padre de Hendrik dijo que al revisar a su hijo, luego de que estaba convulsionándose, se percató que tenía la herida en la parte superior de la cabeza, cerca de la nuca.

 

Sin embargo, anoche a través de un comunicado, el Instituto Médico Forense del Distrito Federal, dijo que la necropsia del menor arrojó que este murió por impacto de proyectil de arma de fuego, el cual ingresó por la región parietal derecha de la cabeza, y no en la parte superior, como señaló el padre.

 

Previamente, el director del Instituto Forense, Felipe Takajashi, advirtió que la detonación se había hecho a menos de un metro de distancia del menor, y que el proyectil, cuyo calibre no se ha precisado, fue entregado a la PGJDF.

 

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