La ciudad se encuentra ligada también a las llamadas bebidas espirituosas. Oaxaca, el mezcal. El sotol, en Chihuahua, Durango y Coahuila; bacanora, en Sonora; posh, en Chiapas. La gran Tenochtitlan surfeó en las densas olas del pulque. Durante muchos siglos el octle corrió como el líquido sanguíneo albino, ahora se encuentra exiliado de las modas tenochcas para cederle el lugar al dios Mezcal. En el centro histórico de la delegación Xochimilco ha encontrado un espacio donde circula a plena luz del día, en la calle, junto al mercado, los transeúntes y puestos de comida callejera. Parece que el tiempo no ha pasado desde que Emiliano Zapata y Pancho Villa se reunieron en una vivienda hoy convertida en zapatería. Allí, algunos no dejan morir la ruta del pulque sobre la calle Francisco I. Madero, donde se ubica “El templo de Diana”.

 

Allí, en plena vía pública, los devotos se reúnen a chocar los jarros llenos con la bebida ritual que los ancestros ofrendaban sólo a reyes y dioses, pero que ahora está al alcance de cualquiera. Aquí, sólo puro de ajo, no hay curados de yerbabuena, nuez o avena.

 

“Es pura medicina; la que necesita mi cuerpo”, dice uno mientras arroja un alacranazo sobre el asfalto caliente. El acordeón y guitarra de Carmelo y Juanelo se dejan llevar por el embrujo hipnótico del albino brebaje de la diosa Mayahuel . El dueto incendia el ambiente con un desafinado, pero enjundioso soy el jefe de jefe señores/ y no lo digo por presunción. Como una especie de coro se oye salú compa, échelee. Alrededor, sombreros y largos bigotes desaliñados. Los escupitajos en la banqueta, miradas vidriosas.

 

De dónde lo traen -pregunto a la vendedora-. De Santa Ana, Milpa Alta, contesta con tono distante. A su alrededor la fiesta continúa; algunos piden medio litro y un taco de chile relleno o una orden de habas o quelites.

 

La gente pasa sin interrumpir la alegría, efecto del elixir blanco. Una niña le dice a su mamá: Aquí huele bien feo, anda camina rápido. Los señores chocan sus jarros semivacíos y se apresuran a pedir otro, mientras la figura de la mujer con su hija se pierde a lo lejos entre humo de cigarro y la bruma del pulque.

 

@urbanitas