NUEVA YORK. Paula Broadwell, la ex amante del ex director de la CIA David Petraeus, amenazó presuntamente a Jill Kelley con “hacerla desaparecer” en los correos anónimos que le envió y que desencadenaron la investigación sobre el último escándalo sexual en EU, informó ayer el periódico New York Daily News.

 

Según cita el periódico, que dice haber accedido a alguno de esos intercambios electrónicos, Broadwell amenazaba seriamente con hacer “desaparecer” a Kelley, amiga de la familia del general retirado, si no se alejaba de Petraeus.

 

Debido a estos correos electrónicos comenzó a destaparse el escándalo, ya que Kelley informó a un amigo suyo agente del FBI (policía federal) sobre las amenazas que estaba recibiendo de manera anónima, y los agentes federales comenzaron una investigación.

 

Un amigo de Kelley, bajo anonimato, aseguró al mismo diario que ella temía realmente por su vida y afirmó que “cualquier persona normal también lo hubiera denunciado a las autoridades”.

 

Los correos electrónicos amenazantes también citaban a “poderosos amigos” con los que Broadwell podría contar para perjudicar a Kelley.

 

El origen de la investigación la inició ese agente del FBI amigo de Kelley, a quien esta contó en mayo que había recibido correos amenazantes anónimos, asunto que el agente derivó a la Unidad de Delitos Cibernéticos del FBI que comenzó a tirar de los hilos del escándalo.

 

Los supervisores del agente del FBI amigo de Kelley que inició la investigación descubrieron que se había “obsesionado” con el caso y en el verano le prohibieron continuar vinculado a la investigación.

 

El escándalo se complica a medida que se conocen más detalles y el FBI está siendo cuestionado por no haber informado antes de la investigación que destapó el asunto, mientras hay preocupación sobre si la amante de Petraeus obtuvo información clasificada.

 

El jefe de las tropas de la OTAN en Afganistán, John Allen, también está siendo investigado por un presunto vínculo con Kelley, con quien habría mantenido “comunicaciones inapropiadas”.

 

Mientras el Pentágono y el FBI investigan casi 30 mil documentos intercambiados entre Kelley y Allen, el nombramiento del militar como comandante aliado supremo en Europa está en suspenso por sus presuntos vínculos con el caso. EFE