El presidente Lázaro Cárdenas, en conjunto con un grupo de intelectuales como Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, pero sobre todo de Luis I. Rodríguez, Gilberto Bosques, Isidro Fabela y Narciso Bassols.

 

El reportero Luis Prados presentó en el Diario el País a dos de las muchas figuras que  lograron que unos 20.000 refugiados encontraran la libertad y una nueva patria en este país.

 

Luis I. Rodríguez

El embajador mexicano en Francia, Luis I. Rodríguez, cumplió la misión que Cárdenas le puso, que era lograr que el gobierno de Vichy permitiera a México acoger a los refugiados españoles, la mayoría de ellos en campos de concentración.

 

En la tarde del 8 de julio de 1940, Rodríguez fue recibido por el mariscal Pétain, para discutir durante media hora el caso de los exiliados españoles.

 

-“¿Por qué esa noble intención –me dijo- que tiende a favorecer a gente indeseable?”.

-“Le suplico la interprete usted, señor mariscal, como un ferviente deseo de beneficiar y amparar a elementos que llevan nuestra sangre y nuestro espíritu”.

 

Con un convenio firmado el 22 de agosto, tras la aceptación del mariscal, se hizo posible el embarque de exiliados a México. El diplomático se enfrentó a diversas dificultades como la falta de transporte y recursos económicos, pero su virtud de entrega las fue superando una a una.

 

La acción de Luis I. Rodríguez fue crucial para sacar del territorio francés a Juan Negrín, dar protección jurídica a Luis Nicolau d’Olwer, ex ministro de Hacienda y ex gobernador del Banco de España y enterrar con dignidad a Manuel Azaña

 

Pablo Neruda escribió que tenía “algo de domador popular y algo de gran señor de la conciencia”, fue enterrado en 1973, en México. Su féretro fue cubierto con la bandera de la República española.

 

Gilberto Bosques

Gilberto Bosques,  cónsul general de México en París en aquellos años, mostró su solidaridad al rescatar a Max Aub del campo de concentración de Vernet y más tarde de otro del norte de África.

 

Tras mover el consulado a Marsella después de la rendición de Francia, se las ingenió para alquilar dos castillos que convirtió en residencias de asilo para los exiliados españoles. En el de Montgrand, alojó a 500 mujeres y niños. En Reynarde a 850 refugiados de todas las profesiones y oficios.

 

Organizó la vida de estas personas antes de embarcarlos a México, en su estadía en los castillos contaban con servicio médico, oficina jurídica, escuela y organizaban actividades culturales y deportivas.

 

Su actividad se complicó tras la evacuación de judío refugiados y la ruptura de relaciones Francia-México, con el régimen de Vichy en noviembre de 1942. La Gestapo irrumpió en la embajada donde detuvo y trasladó a un hotel prisión de Bad Godesberg, en Alemania, a las 43 personas que integraban el cónsul y a su familia.

 

Un año después fueron liberados y Bosques regresó a México, tras el fin de la II guerra mundial fue nombrado embajador en Portugal. Donde continuó la labor realizada en Francia. “Se me encargaría de auxiliar a los refugiados españoles que atravesaban la frontera de España y Portugal y eran capturados por la policía portuguesa para ser entregados a Franco. Regularmente su destino era el cadalso”.

 

Tras pasar por Suecia y Cuba, el diplomático se retiró de la vida pública en 1964 con la llegada a la presidencia mexicana de Gustavo Díaz Ordaz. “No quería verme en el caso de colaborar con ese señor”, se justificó

 

Las acciones de estos hombres no sólo salvaron la vida de miles de españoles. Consagraron el derecho de asilo como una actitud internacional de México.