SAN DIEGO. En casos de escases, México deberá ceder a Estados Unidos parte de la cuota del río Colorado (más de mil 850 millones de metros cúbicos) que le corresponden, en el marco del Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales firmado por ambos países en 1944.
Tras una negociación de cinco años de gestión, ambos países acordaron modificaciones a las reglas sobre la manera de compartir el agua del río Colorado.
El acuerdo de gran alcance, a firmarse el martes, le concede a México el derecho de colocar algo de su agua del río en el Lago Mead, que va de Nevada a Arizona, para mejorar su capacidad de almacenaje.
México cederá algo de su cuota del río Colorado durante tiempos de escasez, como ya hacen algunos estados del oeste estadunidense que acordaron la cantidad que entregarán en los años con poca agua.
El tratado de 1944, considerado sagrado, le concede a México poco más de mil 850 millones de metros cúbicos del agua del río cada año que son vitales para Tijuana y otras ciudades del noroeste mexicano. Esa cantidad permite abastecer a tres millones de casas.
Dicho tratado establece compromisos para ambos países de construir infraestructura, como canales y presas, para suministrar agua de un país a otro y compartir el recurso.
En este marco se estableció que México debe entregarle casi 432 millones de metros cúbicos anuales de agua a Estados Unidos del río Bravo a través de las presas La Amistad, en Coahuila y Falcón, en Tamaulipas.
En contraparte, EU debe entregar mil 850 millones de metros cúbicos de agua a México del río Colorado de la Presa Imperial en California. Esta contabilidad se hace cada cinco años.
El agua que México envía se utiliza en la zona de El Paso, Texas; mientras que el líquido enviado por EU llega a la zona del Valle de Mexicali en Baja California y San Luis Río Colorado en Sonora, donde se ocupa para el cultivo de hortalizas, que posteriormente se exportan.
Como publicó este diario el 26 de septiembre pasado, la sequía que afecta a ambas naciones planteaba la necesidad de renegociar el Tratado Internacional de Aguas. En aquella ocasión, Francisco José Haro, abogado por la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de Derecho Internacional, refería que desde 1993 México no había podido cumplir con su cuota y lo mismo sucedería en un futuro con Estados Unidos.
El especialista advertía que el volumen de agua que no se paga queda pendiente para los siguientes ciclos, por lo que podría convertirse en una cuota impagable, “hay necesidad de sentarse y renegociar lo que está en el documento para bien de los dos (…) se puede dar el caso de que ninguna de las dos naciones tenga agua con qué pagar su cuota, va a suceder, no sólo por la sequía, sino porque crece la población”.