Luego de que un comando lo atacara el domingo pasado, el presidente municipal de Indé, Durango, Ernesto Núñez Rodríguez, está vivo de milagro. Sin embargo, su sobrina, amigos y trabajadores fueron ejecutados y calcinados, en tanto que uno de sus hijos, su hermano y tres sobrinos siguen desaparecidos.
En entrevista, cuenta que una mujer de la Policía, que conducía una de las camionetas del grupo de atacantes, le permitió escapar cuando sicarios, junto con agentes estatales y municipales, intentaron plagiarlo.
Logró escapar con sus dos hijos y dos sobrinos.
“Cuando vio que escapábamos, ella se volteó. Hizo como que no vio nada. Si nos hubiera detenido, ahorita no estaríamos con vida. De no ser por ella, nos joden”, relata el edil, quien decidió refugiarse fuera del estado, luego de permanecer dos días bajo custodia del ejército.
El domingo pasado, alrededor de las 15 horas, un grupo integrado por sicarios, policías estatales y municipales, intentó secuestrarlo cuando estaba acompañando de un veterinario, que inseminaba su ganado. “En ese momento llegaron los sicarios y nos gritaron que nos iba a cargar la chingada. Uno de mis hermanos le preguntó que porqué sí no habíamos hecho nada. La respuesta fue que de todos modos, nos iba a cargar la chingada”.
La amenaza cumplida dejó ocho ejecutados a punta de ráfaga y granadas, lanzadas contra una vivienda del rancho, propiedad de este ganadero que se convirtió en político. Cuatro de ellos eran sus sobrinos, el resto eran veterinarios y trabajadores de la finca.
Sin embargo y a pesar del testimonio del alcalde, la Fiscalía estatal presentó a estas víctimas como presuntos delincuentes abatidos por las el Ejército.
Dolor a cuestas
A Núñez Rodríguez le duele que a sus parientes los hayan matado y calcinado, entre ellos su sobrina política, con un embarazo de seis meses, y su sobrino pequeño de cuatro años.
No fueron los únicos. Su hijo, su hermano y tres de sus sobrinos no libraron el intento de secuestro. Se los llevaron maniatados y nada pudo hacer para evitarlo.
También le duele la traición de su propia policía. “Trabajan para los sicarios y no sólo en Indé, los policías municipales y del estado están en manos de la delincuencia”, afirma.
En una entrevista, dada desde el campo militar, el alcalde de Indé narra que el pasado 12 de enero de este año, a la una de la madrugada, su sobrino Gerardo fue herido por un sicario, pero el joven logró salvarse. A este hecho, sostiene, obedece el que ahora existan represalias en contra de toda su familia.
Antes de irse de Durango, el alcalde panista lanza un llamado a la Secretaría de Marina o la Defensa Nacional, o alguien de nivel federal, para que le brinden seguridad y protección, a él y a toda su familia. De lo contrario, advierte, no regresará a su cargo. Mientras, el secretario del ayuntamiento despacha desde la presidencia municipal.
Más cadáveres
Ayer circuló una versión de que cerca del municipio de El Oro, próximo a Indé, habían sido encontrados dos cadáveres. Presumían que eran el hermano y el sobrino del edil, pero las autoridades estatales no confirmaron el hallazgo.
Para el secretario de Gobierno, Jaime Fernández Saracho, los señalamientos del presidente municipal deben ser tomados con reserva, porque “primero debe hacerse una averiguación”. Incluso, soltó que “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta”.
Y cuando se le cuestionó sobre el tono de la misma aseguró que él la emplea de forma frecuente y asume las consecuencias por lo que dice.