Los “invasores” deseaban estar cerca del presidente Felipe Calderón en su despedida en Saltillo. Pero a ella, echada en su banqueta de siempre, poco le importaba el despliegue aéreo y terrestre de la Guardia Presidencial, de militares y de fuerzas de élite locales. Así, durante toda la mañana desafió la orden de eliminar cualquier situación que pudiera perturbar el desarrollo del evento, y lo pagó muy caro: terminó ejecutada en un tambo.

 

Sin linaje alguno, hija de la calle donde había logrado encontrar un hogar, su verdadero santuario en las banquetas del templo de San Charbel Makhlouf, “apóstol de los enfermos”, y en los terrenos baldíos del sector, ayer a esta perra de casi un año de edad, de pelaje negro y temperamento apacible, se le aplicó una ejecución sumaria, pues pasaron sólo 30 minutos de que fue capturada hasta que la mataron, cuando el procedimiento debe realizarse en 36 horas.

 

Don Julio, velador de la iglesia, y la señora Cristy, asistente del lugar, coincidieron en que el animal no vivía en el templo, pero que siempre estaba allí afuera, recibiendo y despidiendo a quienes asistían a misa. Ninguno de los dos sabía que se habían llevado al animal, y menos que estaba muerto ya.

 

“Ella nació hace menos del año]”, recordó don Julio, “desde siempre andaba allí en las banquetas, pero no hacía mal a nadie.  (La perra) o es de nosotros. hace unos dos meses tuvo su primera camada, de tres animalitos que se le murieron”.

 

“Incluso el sacerdote me llegó a preguntar a mí por esos perritos”, añadió, “pero le dije que yo no podía hacerme cargo de ellos: para muchos veladores es bueno tener perros, pero yo no necesitaba”.

 

Las autoridades registran este año ocho muertes por “fiebre manchada”, la transmitida por garrapatas, lo que ha llevado a una estricta campaña de control canino, quizá eso selló su destino hace tiempo, pero su final tuvo que ser durante la gira de Felipe Calderón.

 

Francotiradores en las azoteas; tanquetas de varios tipos; militares empuñando armas largas, al igual que fuerzas élites locales.

 

Un helicóptero artillado completaba la vigilancia… cientos de personas se adueñaron de su espacio, donde fue colocado el filtro de entrada a la clínica del ISSSTE, pero a ella no parecía importarle, pues deambulaba plácidamente, se echaba y observaba.

 

Sus verdugos llegaron con una soga que le colocaron en el pescuezo, ella no hizo intento por agredirlos, acaso forcejeó un poco al ser subida a la camioneta. De allí a una jaula. Ahora conocemos cómo terminó su historia.

 

Esta historia quizá es insignificante contra los miles de muertos del sexenio, pero ayer en redes sociales causó gran indignación. (Con información de Ricardo Mendoza y Carlos Oswaldo Orta)