Pasaban de las dos de la tarde del sábado. Enrique caminaba por Eje Central cerca de la calle Madero, buscaba la mejor tienda para que le ajustaran su celular. De pronto escuchó gritos y comenzó a ver una lluvia de palos y piedras, que caían por todos lados de la calle.

 

Comenzó a correr para buscar un refugio, pero no alcanzó a llegar. Por la espalda sintió como lo jalaban y segundos más tarde lo tiraban al piso. Cuando pudo reaccionar fue cuando los golpes de un policía le caían por todo el cuerpo. Esquivó como pudo los puños y el tolete, pero de todas formas le lastimaron las costillas y la cara.

 

Enrique trataba de decirle al policía que no hacía nada, pero no lo escuchaba. Minutos después, un grupo de policías del Distrito Federal lo levantaron y lo subieron a una camioneta. Allí también lo mantuvieron sometido, unas cuadras adelante lo bajaron agachado y, en un sótano, lo pusieron en una celda con otras personas. Su nombre es Enrique Rosales Rojas, tiene 50 años de edad y desde hace 29 es profesor de primaria, está casado y tiene cinco hijos.

 

En el Ministerio Público también hay una señora de más de 50 años, que cuenta que la detuvieron porque le dijo a dos policías que no siguieran golpeando a un joven. Intervino porque es cristiana, pero uno de los agentes le dijo “por metiche” y la subieron a una camioneta. Lleva más de 30 horas en la Procuraduría de Justicia y ya ha sufrido dos crisis nerviosas.

 

Funcionarios de la dependencia indicaron que aproximadamente 20 personas, que ya declararon, niegan haber participado en los disturbios, y argumentan que pasaban únicamente por la zona y eran totalmente ajenos a la movilización, o se manifestaban pero de manera pacífica.

 

Uno de ellos es Marcos Ernesto García Gallardo, de 18 años de edad, quien se identificó como estudiante del plantel CCH Sur, y negó haber participado en los disturbios. Su madre, María de Lourdes, asegura que los sábados acude a un curso y que el pasado fue su evaluación, al salir se vio con un compañero en la glorieta de la Palma para ir a un museo y allí lo detuvieron.

 

Al igual que Marcos, el profesor de primaria y la mujer cristiana sostienen que participaba en los desmanes registrados el sábado en el Centro de la Ciudad de México; pero la Procuraduría de Justicia capitalina los acusa de lesiones, ataques a la paz pública y daño en propiedad ajena de forma dolosa, por lo que podría alcanzar una pena de prisión de hasta 30 años.