El presidente egipcio Egipto, Mohamed Mursi,  regresó el miércoles a su palacio aunque centenares de manifestantes siguen acampando frente a la mansión un día después de una enorme manifestación que dio nuevos impulsos a la oposición para que el líder islamista derogue los decretos que le otorgan poderes extraordinarios.

 

La crisis política ha dividido al país: por un lado se encuentran Morsi, su Hermandad Musulmana y sus aliados islamistas, mientras que en el otro se halla una oposición integrada por grupos juveniles, partidos liberales y una gran participación del sector público. Y ambas partes han indicado que no cederán.

 

Animados por la concurrida asistencia a la protesta del martes, la oposición, mayormente secular, realizó varias reuniones el martes por la noche y el miércoles por la mañana para decidir los próximos pasos en el enfrentamiento que comenzó el 22 de noviembre, cuando un decreto de Morsi lo dejó por encima de toda supervisión, algo que empeoró cuando los aliados del mandatario elaboraron un proyecto de constitución sin participación alguna de los liberales y los cristianos.

 
Clinton recordó que “hace dos años los egipcios tomaron las calles para pedir cambios democráticos, y lo hicieron por ellos mismos. Ahora necesitan una Constitución que los proteja a todos”.

 

En El Cairo, miles de manifestantes siguen concentrados en los alrededores del palacio presidencial para protestar contra Mursi y pedir la anulación de su polémica declaración constitucional del pasado 22 de noviembre con la que blindó su poder ante los tribunales.

 

También exigen que retire la convocatoria para celebrar un referéndum sobre la nueva Constitución el próximo 15 de diciembre.

 

Clinton, que hoy asistió a su última reunión como secretaria de Estado de EEUU ante la OTAN tras decidir que no proseguirá en ese cargo en la segunda Administración del presidente Barack Obama, subrayó que su país sigue “muy de cerca y con gran preocupación” la situación egipcia “ya desde las últimas semanas”.