Los que dicen saber, sostienen que hay grandes empresas que lucran con el dolor y el infortunio humano para emprender acciones orientadas a obtener beneficios fiscales y publicidad bajo esquemas disfrazados de responsabilidad social.

 

Los voceros de la fundación Teletón ahora invierten tiempo en descalificar los argumentos que cuestionan la nobleza de sus esfuerzos por captar dinero de la sociedad para ayudar a familias que necesitan apoyo en el tratamiento de diversas enfermedades y discapacidades infantiles.

 

En mi opinión, la iniciativa de procurar fondos para ayudar a los que menos tienen a través de un evento mediático está bien. Pero también es correcto cuestionar el fondo de esa iniciativa, pues, además de ser un ejercicio natural de toda libertad de expresión, permite a los bienhechores aclarar y demostrar, en su caso, que las sospechas y cuestionamientos son infundados.

 

Ganan los más necesitados con el Teletón. Eso es un hecho. Muchas familias que no cuentan con recursos para atender a niños con apoyos médicos y terapéuticos especializados se han beneficiado. Si detrás de esta iniciativa hay intereses empresariales escondidos para evadir el pago de impuestos, eso no lo sé.

 

Al margen de ello, hay otro tema: La forma de ese evento que invita a la gente a depositar dinero a favor de la causa valiéndose de mensajes e imágenes que a veces resultan dramáticas e impactantes.

 

Temo que eso es lo que ha llegado a lastimar a muchos: El que se trate de mover y conmover por la vía de la manipulación a un México que, si de algo puede jactarse, es de ser solidario para tenderle la mano al más necesitado.

 

Llamar a la acción a través de imágenes y palabras de niños con alguna discapacidad; entrevistas con padres desesperados, y ver a actores de la televisión brindando su mejor actuación para conmover. Eso es lo cuestionable cada vez por más gente.

 

La vida nos ha dado a muchos lo necesario -y mucho más- para sonreír a diario. Muchos lo reconocemos y, por ello mismo pocos toleramos la manipulación orientada a cooperar por una causa loable.

 

Estamos en los albores del Fin de los Tiempos. Al inicio de una nueva era. Una mejor para la humanidad de acuerdo con el calendario maya. Por ello, más que dejarnos manipular por cualquier tipo de iniciativa, hagamos el cambio en nosotros.

 

Tratemos de ser mejores potenciando todo lo que eleva nuestra valía humana. No se trata de dar al “9999” cada diciembre para expiar culpas acumuladas a lo largo del año, o para ganar “publicidad social”. Se trata de hacer de este México un mejor lugar para vivir.

 

Opiniones, juicios de valor, críticas, sospechas… esas siempre rondarán en torno a cualquier esfuerzo. La única que podrá estar libre de la sombra de cualquier duda es la integridad que cada uno construyamos para nosotros mismos. Y es ahí donde nace el cambio. El pequeño impulsito que activará un efecto dominó virtuoso en este país.

 

Necesitamos detonar el cambio en nosotros para construir un México diferente.

 

La respuesta no está en el gobierno ni en las acciones sociales de una televisora.

 

Está en cada uno de nosotros, pero para encontrar la respuesta primero hay que hallar la pregunta para saber por dónde debemos empezar nuestro cambio.

 

Ciclos van ciclos vienen.

 

Renunciemos al egoísmo cimentado en la envidia, rencor y avaricia.

 

Empecemos por reconocernos en la mirada de los demás.

 

Empecemos ya.

 

Signo de interrogación cerrando el acróstico.

 

jc@r101ck.mx | @jcrock101