Restos de cerámica, barras y conos de copal, púas de maguey, tepalcates, una escultura y dos maderos con forma de serpientes, conocidos como cetros de Tláloc, fueron hallados de la Laguna del Sol, ubicada en el cráter del volcán Nevado de Toluca, Estado de México.

 

Las piezas tienen más de 700 años de antigüedad y fueron usadas en rituales prehispánicos, halladas por arqueólogos subacuáticos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que reiniciaron trabajos en diciembre del 2010.

 

Con este descubrimiento se confirma que los grupos del Valle de Toluca, como otomíes y matlatzincas, y posteriormente mexicas, ascendían hasta el cráter del volcán para depositar materiales en las aguas del lago, así como en la Laguna de la Luna, en la que en investigaciones anteriores también se han localizado vestigios prehispánicos.

 

La zona ha sido investigada por especialistas del INAH desde 2007, cuando fueron halladas piezas prehispánicas pertenecientes a los mexicas.

 

Los responsables del proyecto, Roberto Junco y Silvina Vigliani, así como Fernando Lozano, experto de buceo en alta montaña, destacaron la dificultad de hallar las piezas en la llamada Laguna Grande o del Sol, cuyo fondo es turbio entre otros factores por la presencia de fitoplancton, consecuencia de la introducción de truchas en ese ecosistema.

 

De acuerdo con el INAH, los materiales hallados son testimonio de ritos que debieron realizarse a las orillas de ambos cuerpos de agua. El uso de púas de maguey lleva a pensar que quienes subían a la cima del volcán, probablemente un grupo de iniciados, hacían sangrar partes de su cuerpo, mientras la presencia de copal pone de manifiesto que se quemaba esa resina, añade el documento.

 

Los “cetros Tláloc” o bastones de mando también hablan del propósito ceremonial con que se ascendía al cráter. El investigador Roberto Junco explicó que pinos y encinos eran seleccionados y seccionados para elaborar estos objetos antes de llegar a los lagos, puesto que la alta montaña se localiza por encima del límite de crecimiento arbóreo.

 

De las piezas de madera se tomó una muestra para establecer la temporalidad de las ofrendas. Por su asociación con el copal, que ha sido fechado hacia 1250 d.C., en el Posclásico Tardío, es posible que correspondan a ese periodo.