En un plazo de quince o veinte años, se prevé que el panorama mundial económico cambiará y Estados Unidos tendrá cierto liderazgo pero no dominio, según el informe “Tendencias Globales 2030“, elaborado por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos y con la colaboración de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

 

De acuerdo con el diario ABC, antes del 2030, la principal potencia actualmente será “primero entre iguales” y China lo habrá rebasado como primera potencia económica; pero el país asiático no se colocará como en el privilegiado lugar en el que han estado los estadounidenses desde la desaparición de la Unión Soviética en 1991 ni tampoco se pasará a un mundo bipolar, sino con un grupo de países potencia que difícilmente actuarán como un bloque.

 

“No es probable que ninguna otra potencia alcance la misma panoplia de poder”, indica el informe, que precisa que el volumen del Producto Interno Bruto (PIB) en el que se adelantará China no es el único medidor de una superpotencia, ya que EU dominará en materia de nuevas tecnologías y fungirá como “equilibrador” regional en el sureste asiático en caso de tensiones, como hizo en Europa.

 

 

Clase media

El estudio aborda también otras tendencias, por ejemplo, la clase media, pues contempla que será el sector económico y social más importante de la “vasta mayoría” de países en todo el mundo (crecerá de 1,000 millones a 3,000 millones, superando la población empobrecida), lo que contribuirá a «acelerar sustancialmente» el poder del individuo.

 

Eso llevará a una mayor difusión de poder, concretado en «networks informales» y una nueva era de democratización; pero también implicará una mayor demanda de alimentos, agua y energía, demanda que crecerá aproximadamente un 35%, 40% y 50% respectivamente.

 

Estados Unidos estará en condiciones de haber alcanzado la independencia energética gracias al desarrollo del “fracking”, que consiste en extraer gas o petróleo a través del subsuelo.

 

El mayor poder de los individuos y colectivos que generará la extensión de la clase media y la más grande autonomía personal facilitará el acceso a “tecnologías letales y desbaratadoras”, específicamente, ciberataques y bioterrorismo, que podría generar ataques a gran escala. Aunque el informe aclara que para esos años, no existirá el “terrorismo islamista” que hoy conocemos.