La Navidad se acerca a pasos agigantados y ya es hora de las pastorelas, las preposadas y las posadas. Me encanta visitar los mercados en esta época y por eso ni lo pensé dos veces cuando mi amiga María Cristina Hernández, experta en estilo y decoración, sugirió ir al mercado de Jamaica para comprar unos arreglos para una cena navideña que tendré con amigos.

 

Llegamos al mercado y lo primero que veo son las coloridas piñatas que están colgadas por fuera del mercado. Siempre me parece sorprendente el origen de nuestras tradiciones y cómo éstas se basan en otras culturas. ¿Sabías que la piñata es originalmente de China? Si, los chinos construían grandes animales de papel rellenos de semillas para celebrar el año nuevo y éstos eran golpeados con varas por los mandarines. Fue Marco Polo quien llevó esta costumbre a Europa. En Italia se le dio el nombre de pignatta y se adoptó su uso en las fiestas de cuaresma. Los españoles fueron los que la trajeron a México en el Siglo XVI y fue utilizada para atraer a la gente a las ceremonias religiosas por el ambiente festivo que creaba, pero también por su significado. La piñata con sus 7 picos representa los 7 pecados capitales. La idea es que un niño inocente de ojos vendados con la ayuda de un palo venza las tentaciones representadas por los colores brillantes. Al romper la piñata se destruye el mal, los frutos dentro de ella representan la gracia de dios, símbolo de amor y las bendiciones que reciben todos aquellos que participan. ¿Será que nos falta romper más piñatas en estas épocas?

 

Toda la parte exterior del mercado está llena de árboles, nacimientos y heno. Esta Navidad compré mi árbol en un supermercado y me cae el veinte de lo poco divertida que fue esta experiencia. Llegué al estacionamiento, fui a la caja a pagar el árbol de medida estandarizada y después lo subieron a mi auto. Aquí en Jamaica se siente diferente, los mercados mexicanos están llenos de color, de sabor, pero sobre todo de variedad. Hago una nota mental de que el próximo año definitivamente vendré al mercado de Jamaica para comprar mi árbol.

 

Conforme a la sugerencia de María Cristina, llevo mis floreros para que me los arreglen. Primero, recorremos el pasillo en donde se encuentran las florerías. Ahí, me pongo de acuerdo con el señor Mario Chavarría, en el local 21, para que sea él quien me haga mis arreglos. Conforme a su instrucción, primero debemos seleccionar dentro del mercado las flores de nuestra preferencia. Nos adentramos en el mercado y es sorprendente la cantidad de gente, el bullicio, pero sobre todo la cantidad de flores. Hay te todos tamaños, colores y variedades. Recorremos buscando y escogiendo. En un abrir y cerrar de ojos, el señor Rodrigo es el indicado para apoyarnos y con un diablito ir acumulando las flores, entre ellas paquetes de dos docenas de rosas que me han costado lo que me costaría una docena en un puesto de flores en mi colonia.

 

Una vez que le dejamos las flores a don Mario, mientras esperamos, María, sugiere ir a comer un huarache. Estaba delicioso y fue el perfecto almuerzo. Conforme a su sugerencia experta lo pedí con costilla, quesillo y un huevo frito (algunos lo llaman Huarache Azteca). La carne estaba cocinada óptimamente, con un sabor a carbón. Todos los ingredientes eran de buena calidad. La salsa estaba muy rica y no picaba en exceso. El huarache venía relleno de frijol y había sido cocinado sin mucho aceite. Estaba buenísimo. Para mí la fritanga perfecta es aquella que tiene todo el sabor, pero que deja que el paladar pruebe lo que te estás comiendo, sin sentir ese golpe de harina remojada en aceite. El huarache estaba delicioso. Lo acompañé con un jugo fresco de un puesto cercano. Muchas veces nos olvidamos de las delicias que se encuentran en los mercados y de lo gourmet que puede ser un antojito.

 

Visitar el mercado de Jamaica fue toda una experiencia. Mi coche se va llenando poco a poco. Además de los hermosos arreglos, no resisto la tentación de llevarme más flores para poner en unos floreros más grandes. También nos llevamos unos floreros de vidrio adicionales y nochebuenas. Pasamos por una sección con frutas y los tejocotes inmediatamente llaman mi atención y recuerdo el pastel de tejocote que preparo en estas épocas, por lo que compro algunos kilos y decido que lo serviré como postre en mi cena.

 

Ya en el camino de regreso, platicando con María Cristina, comentamos sobre cuántos lugares hay en esta ciudad para descubrir. En lo personal, para mí fue una mañana muy divertida y sin duda regresaré.

 

Espero que tengas un maravilloso fin de semana y recuerda ¡hay que buscar el sabor de la vida!

 

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Florería Toby

Mercado de Jamaica Local 211

Pasillo E, Corredor Central

Tel. 5740-29-94

 

Huaraches Angelita

Mercado de Jamaica

Jamaica Nuevo #235

(entre Calzada de la Viga y Eje 3 norte)

(el puesto se encuentra a un costado y no dentro del mercado)

 

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Pastel de Tejocote

 

Para la decoración

200 gramos de tejocote, pelados.

200 gramos de azúcar.

1 taza de agua, aproximadamente.

 

Preparación:

 

Hierve los tejocotes pelados en poca agua hasta que se suavicen, mientras añades el azúcar lentamente. Deja que se forme una miel y retira del fuego.

 

Para el Pastel

 

200 gramos de tejocote, picado en cubitos

300 gramos de harina (puede ser integral)

250 gramos de mantequilla

1/2 lata de leche condensada

3 huevos (deben separarse en claras y yemas)

50 gramos de nuez picada

1 cucharadita de polvo para hornear

 

Preparación:

 

Bate la mantequilla hasta que tome consistencia cremosa y agrega la leche condensada y las yemas de los huevos. Una vez que obtengas una pasta homogénea, vacía la harina y el polvo para hornear por partes. Sigue mezclando e integra los tejocotes picados y la nuez.

 

Bate las claras de huevo hasta que tengan punto de turrón e incorpóralas suavemente en la mezcla anterior, mediante movimientos envolventes. Vacía toda la preparación en un molde, engrasado y enharinado, y colócala en el horno a 180° centígrados, durante aproximadamente 30 minutos.

 

Deja que el pastel se enfríe, desmóldalo y, finalmente, decóralo con los tejocotes en almíbar.