TUXTLA GUTIÉRREZ. Óscar y Jennifer Cruz sabían que cruzar la frontera sería la parte fácil. Los hermanos salvadoreños lograron atravesar la línea internacional entre México y Guatemala con la ayuda de un pollero que les guió a través de la selva. Pero poco tiempo después, agentes de migración mexicanos detuvieron a los dos jóvenes de aspecto pulcro en un autobús en Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado mexicano de Chiapas.
Como muchos de los jóvenes centroamericanos que emigran solos, Óscar, 16, y Jennifer, 13, fueron empujados por el peligro de las pandillas y atraídos por la esperanza de reunirse con sus padres, quienes dejaron El Salvador y se establecieron en Las Vegas cuando los niños eran muy pequeños.
“Queríamos estar con mis padres,” dijo Óscar, un cristiano devoto, durante una entrevista en un centro de detención. “Y también había la amenaza de las pandillas. Cuando empecé a estudiar en el instituto, intentaban reclutarme. Lo que más me preocupaba eran las amenazas de las pandillas. Las pandillas pelean por territorio, extorsionan, amenazan a las familias y venden droga. La policía les tiene miedo—tipos de mi edad.”
Óscar y Jennifer cruzaron una frontera sin ley largamente desatendida entre Guatemala y México, una línea internacional de 870 kilómetros que serpentea entre montañas, selvas y ríos. Es un semillero de amenazas: tráfico de migrantes, drogas, armas y dinero; abuso de migrantes tanto por criminales como por fuerzas de seguridad; violencia y corrupción que amenazan a las instituciones de gobierno y crean un terreno fértil para las mafias.
La frontera es una ventana hacia el futuro. Profundos cambios económicos y demográficos y el crimen están transformando patrones de migración y causando trastornos en centro y norte América. Después de décadas en que los mexicanos dominaron la migración ilegal a Estados Unidos, el perfil ha cambiado y el número total de migrantes mexicanos se ha reducido.
Los mexicanos siguen siendo el grupo de migrantes más numeroso. Pero los migrantes en ruta hacia Estados Unidos hoy tienden cada vez más a ser jóvenes centroamericanos que huyen de la violencia tanto como de la pobreza. También ha aumentado el número de migrantes de lugares tan remotos como la India o África, quienes pagan grandes cantidades para llegar a su destino. Todos ellos se enfrentan a un trayecto lleno de peligros.
La frontera sur de México se ha convertido en un preocupante tema de seguridad nacional para líderes de Estados Unidos, México y Centroamérica. Entrevistas con funcionarios de Estados Unidos y México, con defensores de derechos humanos, y con migrantes por un reportero de ProPublica durante una visita a la frontera mostraron como estos temas convergentes están disparando las alarmas.
“Se está haciendo imperativo y urgente desarrollar en los próximos años un esquema regional estratégico serio y coordinado en materia de seguridad, de control, y de desarrollo para evitar que esta frontera se nos salga de las manos y nos genere una experiencia con enorme gravedad para la región,” dijo Gustavo Mohar, un veterano funcionario mexicano que acaba de terminar su mandato como subsecretario de gobernación para asuntos migratorios.
“Así como Estados Unidos tardó treinta años en llegar a un punto de control físico de su frontera, México necesita una estrategia de mediano plazo,” dijo Mohar. “Pero lo controlaremos mejor con una visión estratégica que considere que parte del problema es la pobreza en Centroamérica y el narcotráfico”.
Hasta 2007, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos registraba una media de alrededor de un millón de detenciones al año en la frontera con México. La abrumante mayoría de los detenidos eran mexicanos. Desde entonces ha habido un marcado descenso debido al endurecimiento de la vigilancia fronteriza, la caída sostenida en los índices de natalidad en México, y la crisis de la economía en Estados Unidos simultánea a una creciente prosperidad en México.
Aún en el caso de que mejorara la economía estadounidense, la época de migración mexicana masiva a Estados Unidos parece haber llegado a su fin, según expertos y autoridades.
“Todos están de acuerdo en que habrá variaciones en los números, pero no conozco ningún observador o analista serio que piense que vamos a volver a los niveles de inmigración mexicana de antes de 2008,” dijo Doris Meissner, una exdirectora del servicio de inmigración estadounidense y hoy investigadora en el Migration Policy Institute en Washington, D.C. “No veo ninguna evidencia de que esto vaya a pasar, ni en los cambios estructurales en México como los índices de natalidad, ni en la vigilancia en la frontera, ni en los pronósticos sobre qué tipo de economía se acerca en Estados Unidos.”
Durante años, los migrantes no mexicanos eran solo una pequeña fracción de los detenidos en la frontera de Estados Unidos. La proporción ha cambiado y la migración centroamericana ha aumentado notablemente en el último año. Las estadísticas indican que agentes estadounidenses detuvieron al menos 90,000 no mexicanos en el año fiscal 2012, la gran mayoría de ellos centroamericanos. El número es casi el doble del total del año pasado y representa más de un tercio de las detenciones de mexicanos.
La mayoría de migrantes que no son mexicanos hoy vienen de tres países pobres y pequeños: Honduras, El Salvador y Guatemala. Las detenciones hechas por la Patrulla Fronteriza estadounidense de hondureños aumentaron de 12,197 en el año fiscal de 2011 hasta más de 27, 734 este año fiscal; los salvadoreños de 10,471 a más de 20,041; y los guatemaltecos de 19,061 a más de 32,486.
La autoridades mexicanas han detenido 40,971 migrantes indocumentados este año, la mayoría de ellos centroamericanos, un aumento de alrededor de 15,000 durante los últimos dos años, según el Instituto Nacional de Migración de México. Las detenciones de menores centroamericanos no acompañados también aumentaron, según autoridades mexicanas.
Las razones no son solo económicas. El Salvador y Honduras tienen las tasas de homicidios más altas del mundo; Guatemala es un país extremadamente violento. La desigualdad arraigada, la migración y los problemas sociales destruyen las estructuras familiares y las instituciones del Estado. El crimen genera una migración empujada por los conflictos, algo que recuerda el éxodo de refugiados de las guerras civiles en la región en la década de los ochenta.
“Son expulsados de sus países por el miedo,” dice el padre Flor María Rigoni, un sacerdote barbudo y cerebral que dirige La Casa del Migrante en Tapachula en la Zona suroeste de la frontera entre México y Guatemala. “Están buscando la posibilidad de sobrevivir. Les empuja la violencia. Los migrantes no hablan de la situación económica de Estados Unidos—solo apuestan por el futuro.”
Las pandillas callejeras centroamericanas se han convertido en mafias transnacionales peligrosas. Son activas en Estados Unidos y están aliadas con los poderosos carteles de la droga de México, que se están expandiendo en Centroamérica. La mitad de la cocaína que se dirige a Estados Unidos es descargada en las costas de Honduras, según informes de inteligencia citados por investigadores de Estados Unidos.
Por todas estas razones, la frontera sur de México se está convirtiendo en una prioridad para los responsables de seguridad, tanto en Washington como en la Ciudad de México.
El nuevo presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha heredado las repercusiones de los cambios en la seguridad fronteriza y flujos migratorios. Peña Nieto se reunió con el Presidente Obama y Janet Napolitano, la Secretaria de Seguridad Nacional, en Washington recientemente. Los asesores del presidente de México han anunciado planes para fortalecer la seguridad en la frontera sur del país y la creación de una patrulla fronteriza mexicana.
***
La garita del municipio de Suchiate, en el extremo oeste de la frontera, es el punto donde circula más del 95 por ciento del tráfico comercial entre México y América Central. En su mayoría son exportaciones hacia al sur. Soldados, policías y guardias de seguridad observan el desfile de gente que cruza legalmente hacia el norte a pie, en bicicleta, en motocicletas o en vehículos por el puente sobre el río Suchiate. El río demarca la línea internacional.
Pero no es difícil detectar la actividad ilícita. Este comercio ribereño prospera bajo el sol caliente. Las autoridades no interfieren con las balsas que se deslizan entre el pueblo de Suchiate y el municipio guatemalteco de Tecun Uman. La gasolina y los productos alimenticios se trafican hacia el sur porque son más baratos en México. Los migrantes y las drogas van hacia el norte.
En el cruce entre Talismán, México y El Carmen, Guatemala, el tráfico de personas funciona al mediodía a plena vista. Debajo del puente fronterizo, en el lado guatemalteco, los polleros cobran $1.50 a los migrantes ilegales para cruzar el río estrecho y rápido en balsas fabricadas con enormes llantas negras y tablas atadas encima. Los polleros descamisados se pueden ver nadando detrás de las balsas. Empujan a sus clientes con sus maletas hacia la ribera mexicana, donde los migrantes se adentran apuradamente en la maleza.
Otra opción para cruzar: la ruta aérea. Los polleros utilizan cables que sujetan a árboles o edificios entre las dos riberas del rio a escasos metros de la garita. Los migrantes se deslizan por estos cables velozmente hacia el norte sobre el agua, sin que nadie les moleste.
Las autoridades mexicanas ejercen poca vigilancia en la ribera. Afirman que un patrullaje más agresivo afectaría la economía y cultura de esta frontera que tiene raíces muy profundas. Además, necesitarían un gran contingente de personal policial especializado y otras defensas. Esto no ha sido posible dado los límites de presupuesto, las sensibilidades políticas del tema de la migración, y las exigencias de la lucha contra las mafias de la droga en otras partes del país, de acuerdo a autoridades mexicanas.
El servicio de migración mexicano despliega patrullas en lugares estratégicos a algunos kilómetros de la frontera sur. Un punto neurálgico son los recintos ferroviarios de Arriaga, donde migrantes indocumentados huyen de las autoridades con la esperanza de subir a un tren carguero que los lleve clandestinamente a través de México hasta la frontera con los Estados Unidos.
Conocido como La Bestia, el tren carguero es un imán para los depredadores. Polleros, asaltantes y fuerzas de seguridad corruptas abundan en la línea ferroviaria. Los accidentes matan o mutilan a decenas de migrantes que caen del tren o son arrollados. Los mafiosos exigen dinero de los polleros y roban, violan y extorsionan a los migrantes. Los secuestran y les exigen dinero de parientes en sus países o en Estados Unidos. Los centros de detención y los refugios de migrantes están llenos de historias de horror.
El aumento de migrantes jóvenes viajando solos es uno de los recientes fenómenos de la migración centroamericana. El número de hondureños buscando refugio en la Casa del Migrante ha subido un 57 por ciento este año. El número de menores ha saltado un 82 por ciento.
El padre Rigoni les llama “ovejas al matadero.” La frase se viene a la mente al escuchar las experiencias de Óscar y Jennifer Cruz, los hermanos salvadoreños que contaron su historia en el centro de detención en Tuxtla Gutiérrez.
Sus padres dejaron la ciudad de Usulután cuando los hijos eran pequeños. Encontraron trabajo en Las Vegas y mandaban a casa suficiente dinero para que los abuelos pudieran criar a Óscar y Jennifer. Familias divididas de esta manera son típicas en El Salvador, Honduras y Guatemala. Jennifer dijo que conoce a sus padres por “Skype, Facebook y el teléfono”.
Los hermanos decidieron irse cuando la presión de las pandillas se hizo demasiado fuerte para Óscar en el colegio. Lograron viajar a través de Guatemala ilesos. Pero fueron detenidos en un autobús poco después de cruzar la frontera con México.
“Con la fé, decidimos hacerlo,” dijo Oscar. “Fue emocionante y preocupante. Tengo dos amigos de la escuela que se fueron a Estados Unidos. Ya tenían hermanos allí. Mis amigos no llegaron. Desaparecieron”.
El abuso a los migrantes, sobre todo a centroamericanos, es generalizado y muchas veces involucra a autoridades corruptas. Pero es difícil encontrar cifras firmes que documenten los crímenes. Amnistía Internacional aseveró en un informe en 2010 que cientos de migrantes desaparecen o son asesinados en México cada año. Un grupo salvadoreño defensor de los migrantes, citado en el estudio, sostiene que 293 salvadoreños murieron o desaparecieron en México entre 2007 y 2009.
El año pasado, un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México concluyó que 11,333 migrantes habían sido victimas de secuestros durante en periodo de seis meses en 2011. Algunos funcionarios mexicanos y defensores de derechos humanos piensan que esta cifra es demasiado alta. Pero tanto los activistas de los derechos humanos como las autoridades mexicanas y centroamericanas están de acuerdo en que la situación de los migrantes es trágica.
***
El eje ferroviario en Palenque, a 320 kilómetros al noreste de Arriaga, también atrae a aquellos que cruzan la frontera. Las autoridades estiman que hasta 500 viajeros clandestinos suben en cada tren que sale de Palenque.
En una tarde calurosa, cientos de migrantes llenan la Colonia Pakal-Na, un barrio pobre de Palenque. Se cubren del sol con gorras, pañuelos y camisas sobre sus cabezas. Sin preocuparse por las patrullas policiales, los hombres piden limosna, descansan en la sombra o hablan por teléfono celular cerca de los railes del tren llenos de basura.
“Toman y se drogan y molestan a la gente que pasa por la zona; ha habido incluso victimas de agresiones,” dice José López, un oficial del ayuntamiento de Palenque. “Son rechazados por los residentes de la colonia”.
Los agentes de migración mexicanos hacen redadas de vez en cuando. Pero si arrestaran a los migrantes mas a menudo, dicen, tendrían que transportarlos a Tapachula para repatriarlos en autobús. Faltan recursos.
Los detenidos no pueden ser deportados hacia el sur desde Palenque porque las autoridades guatemaltecas no pueden garantizar el tránsito seguro a través de las selvas de la región del Petén, un bastión de narcotraficantes. La asimetría que se ve en la frontera entre los Estados Unidos y México se repite entre México y Centroamérica.
“Nosotros no podemos pedir al gobierno de Guatemala que haga un esfuerzo de control en su frontera cuando está batallando para mantener una estabilidad nacional y programas de desarrollo social, educación, y para reconstruir la policía y la inteligencia para combatir las pandillas y el narcotráfico,” dijo Mohar.
En casos recientes en los Estados Unidos, se detectaron vínculos entre traficantes y extremistas islámicos. Esto ha fomentado un temor de que terroristas o agentes de inteligencia extranjeros puedan establecerse en Centroamérica aprovechándose de la porosidad de las fronteras, la disponibilidad de documentos fraudulentos y de las mafias involucradas en armas, drogas y tráfico de personas.
El servicio de inteligencia mexicano trabaja de cerca con sus pares estadounidenses para interceptar a migrantes con supuestos vínculos extremistas, pero los mexicanos tienden a ver la preocupación estadounidense con respecto al terrorismo como exagerada. Los funcionarios de seguridad de los EUA dicen que los datos globales de inteligencia justifican sus temores, especialmente sobre la presencia de agentes de Irán y Hezbollah en Latinoamérica.
***
Al menos en teoría, la política de migración mexicana está fundada sobre preceptos de derechos humanos. Una nueva ley, aprobada en 2011, establece políticas liberales hacia migrantes indocumentados en México y pone límites a la acción policial contra ellos.
En los Estados Unidos, los cambios en las fronteras del norte y sur de México van a tener un impacto en el debate sobre la migración. Después de la reelección del presidente Obama, los políticos republicanos buscando atraer votos latinos han expresado un nuevo interés en una reforma migratoria. La administración de Obama argumenta que el descenso en el tránsito ilegal y el aumento de seguridad en la frontera de los Estados Unidos han establecido un marco para la reforma migratoria.
“No queda claro si la percepción ha logrado alcanzar a la realidad,” dijo Douglas Rivlin, portavoz del congresista Luis Gutiérrez de Illinois, un líder de la campaña para reformar las leyes de migración. “Muchas veces hay un gran hueco entre lo que está discutiendo el Congreso y lo que es la realidad. La gente probablemente no está consciente de lo bajo que está el flujo en la frontera.”
Una meta de la reforma migratoria será lograr un estatus legal para más centroamericanos y reducir el numero de migrantes que hacen el peligroso trayecto a través de México, dijo Rivlin.
Los asesores del presidente Peña Nieto han anunciado un plan para la frontera sur de México que incluye 10 nuevas garitas y un estatus legal para los trabajadores guatemaltecos en los cuatro estados sureños de México. La nueva administración tiene la intención de crear una policía fronteriza mexicana de entre 5,000 y 8,000 agentes para patrullar las zonas entre los cruces oficiales en la frontera guatemalteca, dijeron autoridades mexicanas.
Queda por ver hasta que punto esta patrulla fronteriza interceptará migrantes indocumentados. El plan es parte de una reestructuración mas amplia de seguridad que fue uno de los temas en las conversaciones durante la reciente visita de Peña Nieto a Washington.
Es probable que Washington proporcione entrenamiento, recursos y tecnología de seguridad fronteriza para apoyar a México y a los países centroamericanos en la lucha contra el crimen organizado. Pero deberá tener cuidado para evitar que se considere que está interviniendo de manera directa en otros países para frenar la migración hacia los Estados Unidos.
DETENCIONES POR PARTE DE LA PATRULLA FRONTERIZA
AÑO FISCAL 2011 AÑO FISCAL 2012
Hondureños 12 mil 197 27 mil 734
Salvadoreños 10 mil 471 20 mil 041
Guatemaltecos 19 mil 061 32 mil 486
DETENCIONES POR AUTORIDADES MEXICANAS
40 mil 971 migrantes indocumentados este año
15 mil detenidos más durante los dos últimos años
ABUSOS
11 mil 333 migrantes secuestrados durante un periodo de seis meses en 2011, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)
FUENTE: INSTITUTO NACIONAL DE MIGRACIÓN