Es usual que las estrellas estrelladas, se nieguen a participar en programas de televisión con audiencia en vivo. Algunos porque la voz no les alcanza para un show así, y otros porque sencillamente sienten que son demasiada pieza para hacerlo. Paul McCartney da una lección de modestia y apareció en Saturday Night Live.
No era necesario que fuera el anfitrión de la noche en SNL, el programa con mayor audiencia de los Estados Unidos, se presentó como invitado musical y logró con su sencillez, carisma y talento, dejar a muchos con la boca abierta.
El anfitrión fue el cómico Martin Short, con quién Paul participó en un simpático sketch, así como se unió al Coro de Niños de Nueva York para, juntos, hacer un homenaje a los niños que perecieron en la tragedia de la escuela Sandy Hook en Newtown, así como interpretar su éxito My Valentine.
Esa es la diferencia entre un grande y un artista de bluff. Los grandes son talentosos, solidarios y sencillos. No necesitan mayor reconocimiento que su trayectoria y trabajo. No requieren ser inaccesibles para tratar de ser alguien.
Esperamos que muchas estrellas mexicanas –que incluso distan aún de serlo- aprendan en verdad de los grandes y entiendan que lo que se ve no necesita que se diga, sencillamente se reconoce.