SALT LAKE CITY. Una de las reacciones a la reciente masacre en una escuela en Connecticut puede observarse en tiendas de armas y artículos para defensa en Estados Unidos, a las que acuden padres a comprar mochilas blindadas para sus hijos y aficionados que acumulan fusiles de asalto anticipándose a una posible restricción en su disponibilidad.
Es común que repunte la venta de armas después de una matanza, pero la última generó récords de compras en varios estados, sobre todo de fusiles parecidos al AR-15 que utilizó el responsable de la masacre del viernes en la escuela primaria Sandy Hook en la que murieron 26 personas, incluidos 20 niños.
Colorado estableció el récord en solicitudes de verificación de antecedentes penales en una sola jornada al día siguiente del ataque, mientras que Nevada tuvo más comprobaciones en los dos días subsecuentes que en cualquier otro fin de semana este año. También se impusieron marcas en Tenesí, California y Virginia, entre otros estados.
Algunos propietarios de tiendas de armas suspendieron la venta del resto de su inventario de fusiles tipo militar, en previsión a un aumento en el interés por los mismos y en su valor después de que el presidente Barack Obama instruyó a su gobierno para que plantee propuestas concretas a fin de reducir la violencia con armamento.
Robert Akers, un vendedor de armas en la ciudad de Rapid City en Dakota del Sur especializado en esa clase de fusiles, estimó que la enorme afluencia de clientes convirtió a su tienda Rapid Fire Firearms en un “manicomio”. Aclaró que ha suspendido la venta de esas armas y apagó su teléfono.
“El precio solamente va a subir”, explicó.
Hubo también un aumento inusitado en la venta de mochilas blindadas para llevar en la espalda, diseñadas como escudo de niños atrapados en tiroteos, según tres compañías que las fabrican.
El blindaje se coloca en el espacio posterior de las mochilas infantiles y se vende hasta en 400 dólares, según la tienda. Está diseñado para detener las balas de pistolas, pero no las de fusiles de asalto como el utilizado en el ataque en la escuela de la ciudad de Newtown, Connecticut.
Sin embargo, los fabricantes y algunos padres dicen que, aunque no son una garantía de que los niños conservarán su vida, de todas formas podrían ser utilizadas como escudos.
En consecuencia, cuando el hijo de un año de Ken Larson comience su vida escolar dentro de algún tiempo, llevará una mochila de ese tipo.
Larson, de 41 años y radicado en la ciudad de Denver en Colorado, ya tiene una mochila blindada de uso personal y persuadió a su esposa a que compraran otra para su hijo después de la reciente matanza. Sabe que la mochila no garantizará la seguridad del niño, pero la considera una precaución que vale la pena.
“Es obvio. La vida de mi hijo es invaluable”, explicó Larson. “Si puedo conseguirle una mochila por 200 dólares que lo haga más seguro, ni siquiera tengo que pensarlo”.