Nuevos estudios científicos, que incluyen el ADN mitocondrial, se realizan a los restos óseos de la Reina Roja de Palenque, figura emblemática de la cultura maya, para determinar con mayor precisión la fecha y los detalles de su entierro.

 

Con el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), un grupo multidisciplinario de investigadores se enfoca en la realización de estos estudios en busca de nuevos datos acerca del entierro de quien todavía se desconoce si fue la esposa del dignatario Pakal II o una gobernante.

 

Se estima que la Reina Roja, personaje de Lakamha “Lugar de las grandes aguas”, hoy conocido como Palenque, en Chiapas, falleció hace más de mil 300 años.

 

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Las tumbas de la Reina Roja y de Pakal II son las más grandes y elaboradas, de las hasta ahora descubiertas en la antigua ciudad maya de Palenque, y han sido fechadas arqueológicamente “por similitudes de la cerámica hallada las ofrendas de ambas”, entre 600 y 700 d.C., según comunicado del instituto.

 

El investigador Arturo Romano, quien en 1994 realizó los primeros exámenes de antropología física del esqueleto, el arqueólogo Luis Eduardo Ramos Cruz así como las doctoras María de Lourdes Muñoz Moreno, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y Javiera Cervini, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), encabezan el proyecto.

 

 

Antes del retorno de los restos de la Reina Roja a Palenque, en junio de 2012, se obtuvo una muestra de colágeno de una vértebra superior para practicarle nuevos estudios, ya que fue posible purificar ADN de los restos, indicó la doctora Lourdes Muñoz.

El cuerpo de la Reina Roja fue cubierto con sulfuro de mercurio, conocido como cinabrio, por lo cual adquirió la tonalidad roja y de ahí que se le nombrara de esa forma. Además la sustancia permitió resguardar el material biológico, toda vez que evita el desarrollo de bacterias, logrando así proteger la información genética, dijo Javiera Cervini.

 

 

Estudios previos indican que la Reina Roja debió morir aproximadamente a los 60 años, aunque Arturo Romano consideró difícil que haya alcanzado esa edad por la osteoporosis que padeció y que inclusive redujo su neurocráneo (cubierta ósea que cubre el encéfalo).

 

Por ello, el grupo multidisciplinario continúa con la investigación en busca de nuevos datos acerca de esta emblemática figura.