MOSCÚ. El director de la Compañía de Ballet del Teatro Bolshói de Moscú, Serguéi Filin, ingresó hoy en un hospital con quemaduras graves en la cara después de ser rociado con un liquido no identificado, presumiblemente algún tipo de ácido, según informaron las autoridades rusas.
El ataque se produjo al filo de la madrugada de hoy, en un aparcamiento en el centro de Moscú, donde “una persona no identificada roció un líquido en la cara” de la víctima, “presumiblemente ácido”, según el Ministerio de Interior ruso, citado por la agencia Interfax.
El reconocido maestro de ballet ingresó en la unidad de quemados de un hospital de la capital rusa “con graves quemaduras”, según informó el Canal Uno de la televisión rusa.
La principal cadena de televisión del país reveló que los médicos están preocupados por la vista de Filin, ya que sus ojos fueron los que mas sufrieron.
Los médicos estiman que el artista necesitará al menos medio año para recuperarse de las quemaduras.
Los compañeros de Filin en el legendario teatro ruso, uno de los más importantes del mundo, relacionan el ataque con la actividad profesional del maestro en la compañía de ballet.
“Serguéi siempre estuvo amenazado, desde que asumió el cargo. Antes de su llegada también eran presionados sus predecesores. Nunca habíamos pensado que la guerra por los papeles, no por el petróleo o propiedades, pudiera llegar a esos extremos criminales”, lamentó la jefa de prensa del Bolshói, Katerina Nóvikova.
Los colegas de Filin recuerdan que alguien pinchó las ruedas de su coche en la víspera del ataque.
Además, aseguran, la víctima era objeto de constantes llamadas telefónicas amenazantes.
La polémica y los escándalos persiguen al Teatro Bolshói, la perla de las artes escénicas rusas cuyo legendario escenario principal estuvo cerrado por obras durante seis años y reabrió en octubre de 2011.
La remodelación se vio salpicada por acusaciones de corrupción y conflictos urbanísticos, que incluso obligaron a la fiscalía rusa a abrir una investigación sobre la presunta malversación de fondos públicos.
Tampoco la reventa se ha ido nunca de las taquillas del Bolshói y las entradas al teatro se agotan en minutos para acabar en manos de los especuladores, que las revenden a precios desorbitados.