La primera experiencia excepcional que tuve en un mercado gourmet fue en Madrid, en el mercado de San Miguel. Es un paraíso para los amantes de la comida. Su estructura de metal garigoleada, forrada de vidrio, combina la modernidad con la antigüedad, imponiéndose sobre la vista, pero sobre todo invitándote a ingresar. Ahí, comí tapas memorables: no sólo por la calidad de sus ingredientes, sino también por su innovación. Cada puesto tenía un producto estrella: caviar, ostras, pescados, carnes, embutidos, enlatados, vinos, pasteles.

 

Esta vez visité el City Market de Santa Fe.