El priista Eruviel Ávila gobierna el estado con la mayor población del país, el que tiene el padrón más grande y el que posee más priistas que ningún otro. Llegó a ese puesto, de hecho, como sucesor del hoy Presidente de la República.

 

Y Enrique Peña Nieto no se entiende sin el Estado de México: ahí nació (en el seno del grupo Atlacomulco), de ahí fue diputado y gobernador, y los votos de esa entidad le resultaron básicos para llegar a la primera magistratura de la nación.

 

Sin embargo, la relación entre Eruviel y Peña no atraviesa un gran momento.

 

La inseguridad ha sido un tema central en el distanciamiento: tan sólo en los últimos 13 días van por lo menos 42 asesinatos en la entidad, y buena parte atribuibles al crimen organizado. No es que el Estado de México antes haya sido tranquilo (desde 2007 es la entidad que registra más feminicidios y robos en el país), sin embargo, durante la gestión de Peña, la entidad logró mantener la imagen de que estaba relativamente alejada de la enorme narcoviolencia que azotaba al resto del país.

 

Ahora esa percepción ha cambiado. En los grandes actos de gobierno de Peña, Ávila ha tenido una baja visibilidad, y se ha convertido en uno más junto al resto de gobernadores, sean priistas, panistas o perredistas. Así ocurrió en la presentación de la Cruzada Nacional contra el Hambre, en Chiapas, a la que Eruviel asistió, pero no fue colocado al lado del Presidente, sino a cinco lugares y en la fila de atrás. Baste decir que Miguel Ángel Mancera estaba directamente detrás de Peña.

 

El 6 de enero pasado, durante la conmemoración de la Reforma Agraria y adonde un Presidente no iba desde hace 12 años, tampoco estuvo Eruviel.

 

Ahora bien, la relación de Peña con Ávila jamás fue de total cercanía. En el proceso electoral de 2011, el precandidato promovido por el Grupo Atlacomulco era Alfredo del Mazo Maza. No obstante, las encuestas mostraban que tanto priistas como electores preferían a Ávila, quien había labrado su carrera sin ser del Grupo Atlacomulco. Ante la amenaza de que Ávila se fuera al PRD o fuera el candidato de una alianza de oposición, el PRI le dio la candidatura. De hecho, Peña, Del Mazo y Ávila se reunieron el día en que se ungió a este último. El 16 de marzo de 2011, Eruviel informó que Peña no iría a ninguno de sus actos proselitistas. A la postre, Ávila obtuvo una clara victoria.

 

Sin embargo, en las elecciones federales de 2012, el Estado de México no fue solamente tricolor: el izquierdista Andrés Manuel López Obrador obtuvo una cantidad histórica de votos. El 25 de octubre, Ávila dijo: “Elevemos nuestra oración para que Dios le dé mucha sabiduría al presidente electo”. Y el 3 de noviembre, Eruviel descartó integrarse al gabinete de Peña, antes incluso de que éste asumiera. Después de eso, comenzó un crescendo de violencia, y el culmen llegó en los últimos 12 días.

 

Ante esto, Peña ha marcado una línea. Y no sólo eso, el único despliegue militar que ha ordenado hasta el momento ha sido a Ecatepec (de donde Ávila fue alcalde). Para dimensionar esto, puede recordarse que, ante la ola de violencia que igualmente golpea el Distrito Federal, la Segob se limitó a “ofrecer” ayuda.

 

Eruviel, en tanto, sólo ha declarado que le “ocupa y preocupa” la violencia, pero nunca habló en público acerca de la posibilidad de pedir ayuda a la Federación.