El sábado pasado, a medio día, la música de un rico jazz inundaba mi cocina. En el refrigerador recién había puesto a marinar una lonja de salmón para que se infusionara con los sabores del jengibre, miel maple, mostaza y salsa de soya, antes de cocinarla sobre las brasas. Las botanas estaban ya servidas y la botella de vino estaba enfriada: casi podía sentir el cuerpo robusto y los aromas a peras y duraznos, así como las maderas con vainilla tan característicos del Chardonnay que me iba a tomar. Era maridaje perfecto para la comida que serviría.

 

Siempre me gusta tener vinos blancos en casa. Por lo que aprovechando un descuento del 30% en todos los vinos californianos en el Buen Fin en la Castellana de Tlalpan, compré 6 botellas del Chardonnay 2008 de Gloria Ferrer. Al llegar a casa, inmediatamente lo almacené en mi cava y me olvidé de él, hasta esa mañana de sábado en que lo puse a enfriar.

 

 

Corchos (1 of 6)

 

 

Al descorchar el vino, lo primero que percibí fueron los aromas a corcho. En lo personal considero que es horrible toparte con un vino acorchado y a pesar de que no es dañino para la salud, es terrible para el paladar. Mis peores temores fueron confirmados: el olor químico a moho y a perro mojado, aunado a la falta del carácter afrutado del vino no dejaban lugar a duda, el vino estaba defectuoso.

 

El olor a corcho es el resultado de la presencia de un hongo que crece naturalmente en el árbol de alcornoque de dónde se extrae el corcho. Cuando un vino tiene este problema, se le atribuye un aroma y sabor a moho, también conocido como 2,4,6-tricloroanisol (TCA). Normalmente es un problema que viene del árbol, pero además puede atribuirse a la elaboración del vino si en las bodegas hay superficies húmedas o si utilizan productos con cloro para limpiar las barricas u otros elementos que entren en contacto con el vino y puedan contaminarlo con TCA. Es un problema que muchas veces ha puesto en duda el nombre de casas vinícolas, por lo mismo, hay negocios que no sólo han optado por corchos sintéticos por razones de costos o de añejamiento del vino, sino también para eliminar la probabilidad de la presencia de TCA.

 

 

 

Sin embargo, es una situación que en general no es tan frecuente en los vinos. Por ejemplo, en la oficina de Wine Spectator, en Napa, desde el 2005 han estado llevando un registro del porcentaje de corchos defectuosos y en el 2012 fue del 3.7%. La industria del corcho dice que normalmente puede fallar entre un 1 y 2 por ciento de los vinos.

 

En un restaurante, es evidente lo que hay que hacer cuando encuentras este defecto. Al momento de catarlo si uno se percata que viene mal, hay que regresar la botella ya que nadie está obligado a tomarlo. Muchas veces el sommelier se puede acercar para verificar que efectivamente el vino está malo y en los buenos lugares deben cambiarte la botella. Sin embargo, tengo que hacer una nota de cautela: es muy diferente si no te gusta el vino. Nunca puedes regresarlo por esta causa. Si está bien y lo pediste, no hay vuelta de hoja. En cambio, cuando lo compraste en una vinatería y tiene un defecto ¿qué procede en este caso?, ¿hay devoluciones?

 

Le puse el corcho a la botella y lo guardé en el refrigerador para después regresarlo a la tienda. Rápidamente enfrié otra botella. La siguiente botella de vino de la misma casa productora y añada estaba en perfectas condiciones. Lo cual evidenció una vez más que es muy poco probable que las demás botellas tengan problema. El maridaje y la comida fluyeron sin más sobresaltos.

 

 

 

 

En la semana contacté a La Castellana para preguntarles sobre su política de devoluciones. Al hablar con Mauricio Jiménez, el sommelier de la tienda, me generó mucha confianza cuando me dijo que no había problema y que podría cambiarme todas las botellas o sólo la que estaba defectuosa, dependiendo de lo que prefiriera. Fue un alivio, ya que para mi es importante saber que cuando compre vino y tenga un problema, habrá alguien que responda y que tenga una solución rápida y efectiva para el cliente.

 

Así que una experiencia desafortunada, tuvo un final feliz.

 

Como una ávida consumidora de vino, considero que es importante comprarlo en lugares donde te garanticen que el vino ha sido transportado y almacenado con el debido cuidado para asegurar sus óptimas condiciones. Pero que mejor, que, sin importar si el problema fue atribuible al mismo negocio o si fue un defecto de fábrica, siempre haya alguien que te va a escuchar y que esté listo para solucionar tu problema. Estos negocios, valen oro. Así que ya sabes, compra el vino en buenas vinaterías para que si tienes un problema, puedas devolverlo e intercambiarlo por uno que esté en buenas condiciones.

 

Espero que tengas un maravilloso fin de semana y recuerda; ¡hay que buscar el sabor de la vida!

 

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