PARÍS. La francesa Florence Cassez, liberada la semana pasada tras pasar siete años encarcelada en México, quiso alejarse hoy de la atención mediática recibida desde su vuelta a casa, alegando que no es más que una “víctima de un error judicial” en ese país.
“No pretendo ser alguien excepcional. Algunos quieren compararme con Ingrid Bettencourt. No yo. No soy ella y no lo seré jamás. (…) Nuestros sufrimientos son diferentes. Yo soy simplemente víctima de un error judicial”, indica en una entrevista concedida al semanario ‘Paris Match’
Cassez había sido condenada en México por secuestro y otros delitos -inicialmente a 96 años de cárcel y luego en apelación a 60 años- y la Suprema Corte de Justicia dictó el pasado día 23 su liberación inmediata por las irregularidades en el proceso.
“Si tengo que repetir mi inocencia todos los días, lo haré, pero es un círculo vicioso. ¿Cómo demostrarla? (…). Es imposible demostrar lo que no se ha hecho. Es mi palabra contra la de mis acusadores. (…) Si los jueces hubieran dudado, habría habido un nuevo juicio, no una liberación inmediata”, afirma en esa revista.
Cassez, que se declara “oficialmente inocente”, precisa también que su liberación no se la debe al presidente francés, François Hollande, ni a su predecesor, Nicolas Sarkozy, sino a sus abogados y a la Justicia mexicana.
“Estoy harta de ser juzgada”, confiesa sobre las dudas de quienes siguen contestando su inocencia, a la vez que insiste en que la lucha porque se hiciera Justicia le dio la fuerza para salir adelante mientras estaba en la cárcel.
De esos años, uno de los episodios que más le han marcado fue su traslado en 2009 a la prisión de Santa Marta, que ella interpreta como un castigo “por hablar demasiado con la prensa”, y de la que consiguió ser transferida a su cárcel anterior por mediación de Sarkozy.
Cassez asegura haber sido víctima no solo de la “enorme violencia” existente en esos centros penitenciarios, sino también de algún miembro del anterior Ejecutivo mexicano, el entonces Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, que sus abogados consideran responsable de haber falseado la detención.
“Era el objetivo a abatir de García Luna. Estaba en sus manos, él quería mi muerte”, destaca en el relato sobre ese cambio temporal de prisiones.
La francesa recuerda que estaba vigilada con cámaras de seguridad las 24 horas del día, que las condiciones de higiene en la cárcel iban “de mal en peor” y que era frecuentemente insultada y acosada por otras presas.
“Me defendí mucho (…) pero psicológicamente, no físicamente”, destaca Cassez, que dice no haber bajado nunca la mirada ante los ataques recibidos, pero no haber querido entrar en ese juego de violencia para sobrevivir.
La francesa señala que su liberación fue “repentina, casi brutal”, y reconoce que aunque pensaba que iba a estar “destruida psicológicamente”, tomó conciencia rápidamente de su puesta en libertad y se siente ahora mismo “como si no hubiera estado nunca en prisión”.