La PGR entregó ayer los restos de María de la Cruz Canales Gutiérrez a su familia, luego de que las personas que reclamaron por equivocación el cuerpo en primera instancia lo incineraron.

 

Alan Carmona, de 23 años de edad, hijo de María de la Cruz, se presentó en las instalaciones de Pemex para confirmar ante los medios de comunicación que ya tenían los restos de su madre, luego de la confusión que se dio a conocer el lunes.

 

El joven, visiblemente consternado y molesto, responsabilizó tanto a la PGR como a los familiares de la otra víctima el que hayan reclamado un cuerpo que no era el suyo.

 

“Aparte de que se da la confusión del cuerpo, para terminar de deshacernos a nosotros, nos entregaron las cenizas de mi mamá, porque la otra familia incineró el cuerpo. Ojalá esto deje un aprendizaje a las autoridades, porque no se lo deseamos a nadie, no tenemos ni a quién llorarle, estamos desechos”, apuntó.

 

El joven señaló que analizarán si procederán legalmente por el error. “Lo que haremos después es una decisión que tomaremos en familia”.

 

De acuerdo con Carmona, el viernes los familiares que acudieron al Centro Médico Forense de la PGR fueron asignados por turnos para identificar entre las víctimas a su familiar. Cuando les tocó el turno a ellos, su madre ya había sido retirada.

 

Sobre esta situación la PGR no ofreció mayores detalles, aunque se adelantó el inicio de una investigación interna para verificar los protocolos en la entrega de cuerpos.

 

En tanto, el cuerpo de Margarita Falcón Luvin, que fue entregado a la familia que antes se llevó e incineró a María de la Cruz Canales Gutiérrez, fue velado en una funeraria del centro de la ciudad.

 

Según médicos forenses, el tiempo para hacer cada autopsia de las víctimas de la torre de Pemex requirió en promedio dos horas.

 

 

Aparte de que se da la confusión del cuerpo, para terminar de deshacernos a nosotros, nos entregaron las cenizas de mi mamá, porque la otra familia incineró el cuerpo. Ojalá esto deje un aprendizaje a las autoridades, porque no se lo deseamos a nadie, no tenemos ni a quién llorarle, estamos desechos

ALAN CARMONA