Previo al inicio del partido de futbol América – Tijuana, en el Estadio Caliente (B.C.), se guardó un minuto de silencio en memoria de dos aficionados que murieron tras un choque de un autobús al oriente de Los Ángeles, California, el domingo pasado.

 

La Agencia Federal para la Seguridad en el Autotransporte informó que los tres autobuses operados por la compañía Scapadas Magicas LLC en Estados Unidos fueron inhabilitados debido a que las unidades no han tenido mantenimiento e inspección en forma apropiada y a que sus conductores no están aptos. Esa empresa tiene sus oficinas en la localidad de National City en California.

 

Las condiciones mecánicas del autobús implicado en el choque del domingo han estado en duda después de que el conductor dijo que los frenos fallaron cuando descendía por una montaña. El vehículo tomó velocidad y chocó con un automóvil y una camioneta al oriente de Los Ángeles. El autobús llevaba 38 personas —incluidos el conductor y un guía turístico— a la ciudad mexicana de Tijuana en la frontera con San Diego. El autobús data de 1996.

 

Las autoridades indicaron que la investigación de las otras dos unidades de la compañía que operaban en Estados Unidos reveló que en la parte mecánica incurrían en graves infracciones a la seguridad.

 

De acuerdo con los investigadores, los vehículos de la empresa no tuvieron una inspección regular y presentaban múltiples problemas con los frenos entre otras numerosas infracciones al reglamento de seguridad.

 

También mostraron infracciones al código de mantenimiento en 21 de las 25 inspecciones recientes, además de que fueron retirados del servicio en el 36% de las revisiones, refirieron las autoridades en la orden del cese de operaciones.

 

En una revisión de las autoridades del transporte realizada en enero pasado sobre el cumplimiento de las normas, aparecieron fallas en los sistemas de seguridad de la empresa, pero “Scapadas Magicas no adoptó la acción necesaria para remediar las deficiencias en el control de seguridad”, expusieron. (AP)

 

HORROR EN CALIFORNIA

Gerardo Barrientos y su novia Lluvia Ramírez querían pasar una semana lejos del sufrimiento que ven a diario en un hospital público de Tijuana, Baja California. En busca de un respiro, pagaron 40 dólares cada uno por un paseo de un día a las montañas nevadas del sur de la California.

 

Pero cuando el autobús de turismo en que viajaban perdió el control y se estrelló contra un coche y una camioneta mientras bajaba una montaña desde el poblado turístico de esquiar Big Bear, presenciaron cosas más espantosas que cualquiera otra de las que ven en su trabajo.

 

“Vi muchos muertos. Son imágenes muy horribles que tengo en la cabeza, cosas en que no quiero pensar”, dijo el lunes Barrientos, que trabaja en la farmacia del hospital.

 

“Yo estaba abrumado”, dijo Ramírez. “Soy residente de cirugía y por lo general sé cómo reaccionar, pero estaba en un shock tal que no sabía qué hacer. Me limité a quedarme con mi amiga”.

 

“Un día después del accidente, esperaban fuera de la sala de emergencias del Centro Médico de la Universidad de Loma Linda a tener noticias de otro amigo, un residente médico que sufrió una fractura de la cervical.

 

Barrientos, que estaba ileso, entró en acción después del accidente, moviendo a sus amigos a un lugar seguro. Trató de ayudar al conductor, cuya mano estaba atrapada entre varias rocas.

 

Poco antes del accidente, el conductor gritó a los pasajeros que los frenos no funcionaban y les pidió que llamaran al 911.

 

Mientras varios pasajeros trataban angustiosamente de llamar por sus teléfonos celulares, un grupo de jóvenes pegaba alaridos y oraba en voz alta. Otros pasajeros lloraban y se protegían la cabeza mientras el autobús se desplazaba sin control cuesta abajo.

 

El autobús embistió por detrás a un automóvil Saturn, dio un giro, volcó y se deslizó sobre un costado. Una camioneta Ford que venía en dirección contraria embistió el autobús, lo enderezó e hizo que algunos pasajeros salieran despedidos por las ventanillas destrozadas antes que el vehículo se detuviera.

 

El accidente llenó la carretera estatal 38, una vía de dos carriles en el Bosque Nacional de San Bernardino, unos 130 kilómetros (80 millas) al este de Los Angeles, con restos de cadáveres, ropa de invierno y restos de vehículos. El autobús quedó atravesado en los dos carrilles con las ventanillas destrozadas, el frente aplastado y parte del techo desprendido como una lata de sardinas. (AP)