Las ventas de fuegos artificiales, muy populares para celebrar el Año Nuevo chino, que ha inició ayer, han caído de “forma significativa” después de que las autoridades pidieran moderación a los pequineses para no aumentar con los petardos la gran capa de polución que cubre la ciudad.
Aunque se han llegado a vender más de 260 mil cajas de petardos desde el pasado día 5, la cifra es un 37 por ciento más baja que la registrada el año pasado, según apuntó hoy el Ayuntamiento de la capital, citado por la agencia oficial Xinhua.
El Año Nuevo chino está marcado por lanzamientos de estruendosos cohetes y fuegos artificiales, cuyo ruido se cree que despeja los malos espíritus y aporta suerte en el periodo entrante, pero que ensombrece aún más el cielo de la contaminada ciudad china.
El momento álgido de la traca de petardos fue en la medianoche de ayer, cuando los ciudadanos lanzan los cohetes por toda la ciudad, lo que este año causó 25 heridos, un 28,6 por ciento menos que durante la celebración de 2012, según las autoridades.
Como medidas preventivas, el Ayuntamiento desplegó casi un millón de policías, bomberos y voluntarios, además de helicópteros para controlar las áreas con más peligro de incendio.
La reducción del número de petardos comprados, y en consecuencia de la cifra de incidentes, fue atribuida por el consistorio a la petición que días antes hicieron las autoridades chinas a los ciudadanos de “contenerse” a la hora de celebrar el popular festejo con la pólvora.
El objetivo era no contribuir a aumentar la densa capa de contaminación que ha cubierto Pekín (y otras ciudades de China, sobre todo en el norte) durante el pasado mes, en el que llegó a decretarse por primera vez la alerta naranja por la mala calidad del aire.
Durante el sábado 12 de enero la contaminación alcanzó un récord en Pekín, al ser 30,45 veces superior a los límites de seguridad recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que mide las partículas suspendidas en el aire con un diámetro de 2,5 micrómetros.
Y es que, desde el 1 de enero hasta el 28, Pekín tuvo 23 días con contaminación elevada, diez veces más que el mismo periodo de hace diez años y la cantidad más alta desde 1954.
La permanencia de la nube tóxica ha planteado un fuerte debate entre la sociedad pequinesa, que cuestiona si merece la pena pagar este alto precio por la rápida industrialización del país.
Ante el temor de que los fuegos disparasen de nuevo los índices de polución -el año pasado en la medianoche de Año Nuevo la densidad de contaminación aumentó drásticamente-, el Gobierno ha reducido las licencias a las tiendas de pirotecnia, que pasaron de 1.429 en 2012 a 1.337 en el actual periodo de la Serpiente.