Dos veces al día debían ver un video con imágenes religiosas, sus seguidores pagaban un diezmo para la salvación de su alma y debían saber cómo Ignacio Rodríguez Arriba se convirtió en el nuevo defensor de Cristo, cuya misión era propagar la verdadera enseñanza que Jesucristo no logró transmitir.

 

Entre las nuevas ideas que debía propagar, decía Rodríguez, eran la poligamia como algo bendito y la riqueza económica como algo importante. Al menos a él tener sexo con tres mujeres diferentes al día la daba magia.

 

“Yo buscaba magia para Ignacio en prostíbulos. Escogía a sus mujeres de acuerdo a las  magias que necesitaba. Era el único que podía tener 10 mujeres, los demás 7. Le gustaban que fueran bisexuales, la mayoría prostitutas, decía que eran como María Magdalena, que él las iba a sacar del pecado”, relata Ariel, una de las muchas mujeres abusadas en la secta.

 

Las ideas de Ignacio, quien pronto se autoproclamó maestro Fénix o nuevo Jesucristo, consiguieron adeptos y se consolidó como una secta llamada Defensores de Cristo. Se extendió hasta obtener, sólo en Torreón, Coahuila, donde nació, unos cuatro mil seguidores, y en diferentes ciudades de América Latina alcanzó alrededor de 10 mil.

 

Durante casi seis años extorsionó y defraudó a varias personas. Pero fue aún más allá, junto con su grupo más cercano, que lo integraban otros dos extranjeros, Losanger José Arenas y Shoucri Elmernessi, abusó de jóvenes mexicanas y extranjeras, porque las mujeres en esa secta se dividían en tres: esposa, concubina y putas, y la primera es la que manda a las demás.

 

Así, sin saberlo ni desearlo, Ariel se convirtió en fundadora de una secta que, en poco tiempo, fragmentó su vida y la obligó a huir del país y esconderse, por los abusos que sufrió. Por primera vez cuenta aquí su historia y se muestran las entrañas de los Defensores de Cristo, grupo al que las autoridades mexicanas dejaron operar, a pesar de que las denuncias públicas sobre abusos y fraudes existían desde 2011.

 

El primero, Losanger

 

Era 2004, Ariel tenía un buen trabajo, pero la paga le era insuficiente. Un día navegando por Internet se topó con un anuncio que ofrecía ganar dólares vendiendo telefonía satelital a través de la red. Así conoció a Losanger José Arenas.

 

Después de unos meses, Losanger llegó a Torreón, donde instaló varios negocios con Ariel, ninguno de ellos exitoso.

 

“Era un muchachito muy buena onda, alegre, muy inteligente. Se quería casar con ella”, recuerda una amiga cercana a la relación.

 

Finalmente, Ariel y Losanger se casaron el 10 de enero de 2008 en Lerdo, Durango, en una ceremonia civil bastante sencilla. Eran una pareja normal, hasta que conoció a Ignacio González de Arriba, y el hombre se transformó.

 

El inicio

 

A finales de 2007, Ariel y Losanger echaron a andar unos cursos de bioprogramación en Torreón. Comenzaron a tener un poco de éxito y ofrecieron cursos presenciales en Monterrey, Distrito Federal, Guadalajara, Puebla y Querétaro. En 2009 nació formalmente el Centro de Bioprogramación S.C.

 

La vida de repente comenzó a cambiar, Losanger compró un auto Mercedez Benz. Llegaron a obtener ganancias de hasta 300 mil pesos al mes, de los cuales despilfarraban 70,000 en restaurantes, ropa, joyas y amigos. Conocieron África y Europa, estando en Italia escuchó a hablar del Defensor de Cristo, el Nuevo Jesucristo y La Brújula, un disco compacto que hablaba de la presencia de Dios y las riquezas que otorga.

 

Olivia Castillo, quien era secretaria de Ariel y Losanger, y después sería asistente personal de Ignacio González, contó que le explicaron que era una nueva ideología donde la creencia era que la iglesia tradicional era una mentirosa.

 

Maestro Fénix y Tito

 

Ignacio Rodríguez de Arriba empezó su carrera en 2001, según el diario La Nueva España en una nota del 14 de octubre del año pasado. Instaló la empresa Fénix Corp S.L., cuyo registro mercantil establece que se dedica al comercio de libros, periódicos, artículos de papelería y de bellas artes.

 

Pero Fénix Corp se vendía en Internet como: “…Una gran obra de tintes planetarios: Soy el Dr. Ignacio González de Arriba, y en Internet se me conoce bajo el sobrenombre de Maestro Fénix. Mi libro “Manual Samurái” ha superado los cuarenta millones de copias, generando un nuevo concepto de ver el “e-commerce” como una filosofía de vida basada en el honor, la honradez, la honestidad y la buena voluntad.

 

“Soy técnico profesional de grado superior en Telecomunicaciones y en Informática, siendo el primero de la primera promoción en España (Europa). Soy sacerdote cristiano, tengo un doctorado en Estudios Bíblicos (California, USA), y he obtenido el diploma de “Doctor of Divinity”, el máximo grado que se puede obtener en estudios sobre religión. También soy hipnólogo clínico y ejerzo como terapeuta en Gijón, España”.

 

También aseguraba que, a través de la bioprogramación, podría hacer millonarias a 500 personas; ofrecía convertir 3.000 dólares en 7 millones en sólo cinco días, porque la bioprogramación era, decía, una “tecnología única capaz de convertir a una persona normal en un triunfador”.

 

Comenzó a correr en Internet un video donde Shoucri Elmernessi, conocido como Tito y quien a su llegada a México se convirtió en el tercero en jerarquía dentro de la secta, afirma que tuvo una revelación anunciando la existencia del nuevo Jesucristo, su linaje y las similitudes con el rostro impreso en la Sabana Santa.

 

A finales de 2007 llegaron a vivir a casa de Ariel y Losanger, Tito, Belén Segovia, Rafael Guía, Rodrigo Bell y Encarnación Cantón.

 

La revelación

 

Ariel empezó a escuchar sobre una misión y de apóstoles. En enero de 2010 Ignacio habló con Ariel y le prometió que iba a ser mamá, fue cuando, sin comprenderlo, se dejó seducir por la secta.

 

Dentro de la secta, Ignacio obligaba a sus seguidores a ver el video de La Brújula dos veces al día, donde se muestran imágenes religiosas y habla insistentemente de la Iglesia, de lo mala que es y de lo grande que puede ser el hombre con conocimiento.

 

“Lo veíamos en la mañana y en la noche. Una cosa dice el audio y quién sabe qué cosas decía a nivel subliminal. Se manejaba hipnosis”, asegura Ariel.

 

Ignacio Rodríguez de Arriba contó a su llegada a México, que en 2005 tuvo una muerte clínica, que llegó al cielo y Dios le reveló que era Cristo, que su misión era regresar a la vida y propagar la verdadera enseñanza que hace miles de años Jesucristo no pudo enseñar, y por eso murió crucificado.

 

“Papá Dios me dijo: Tu eres el Cristo y no quiere que te pase lo mismo que al otro huevón que mandé. Di que eres el nuevo defensor de Cristo y enseñarás este nuevo mensaje. Lo que papá Dios me pide es que promovamos la poligamia como algo bendito a los ojos de Dios, y la riqueza económica como algo importante. Tener sexo con tres mujeres diferentes al día le daba magia”, lo recuerda bien Olivia Castillo.

 

De alguna forma logró seducir a sus empleados y seguidores. Así Ariel hacía lo que le pedían. “Yo buscaba magia para Ignacio en prostíbulos. Escogía a sus mujeres de acuerdo a las  magias que necesitaba. Era el único que podía tener 10 mujeres, los demás 7. Le gustaban que fueran bisexuales, la mayoría prostitutas, decía que eran como María Magdalena, que él las iba a sacar del pecado”.

 

¿Alguna vez te obligaron a acostarte con alguien?, se le pregunta.

 

“¡Claro que nos hacían acostarnos entre mujeres!, él decía que dentro de sus  preceptos estaba permitida la poligamia, pero sólo de hombres. Las mujeres tenían que ser bisexuales. Ellos podían verte, más no tocarte. Ignacio disfrutaba viendo orgías de mujeres”, detalla Ariel.

 

Las escuelas

 

Ignacio González de Arriba era carismático, coqueto y seductor. No le gustaba hablar en público; decía que el mundo de Internet era su foro. Tampoco le gustaba bañarse. Hay quienes cuentan que duró más de tres semanas sin una ducha.

 

Formó dos escuelas, la pública que se daba de manera presencial a través de los cursos de bioprogramación, y la privada que la daba a sus apóstoles por las noches, porque Ignacio dormía de día y trabajaba de noche.

 

Fundó la Escuela de los Ángeles para servir al Cristo en la tierra, a la que llamó Lassdo, y según él era una escuela antiquísima oriental de artes marciales. Usaban chacos, practicaban con cuchillos o navajas, usaban un mono de cartón, aprendiendo a pegar en cabeza, corazón y testículos.

 

A los apóstoles cobraba por este entrenamiento, que era estar a su servicio, la cantidad de 130, 000 dólares, en cuotas por tres años, o un único pago de 10,000 dólares, y una cuota semanal de por vida de 300 dólares.

 

La poligamia

 

Lo que Ariel ya no pudo soportar fue la imposición de practicar la poligamia, el compartir a su esposo con otras mujeres. Un día de febrero, ante sus constantes negativas para aceptarlo, se le ordenó dormir en el patio, después de que fuera abusada sexualmente por su esposo.

 

“Ignacio dijo a mi esposo que estaba poseída por el demonio de los celos, que por eso no lo dejaba dormir con mujeres. Llorando me dijo: Lo siento no puedes dormir conmigo. Cuando se metía con prostitutas tenía que estar en la recámara presenciado aquello, y si no lo hacía no había comida, no había baño. Estuve hasta dos o tres días sin comer. El llanto, el dolor, la humillación pueden quebrar todo”, recuerda Ariel.

 

“(Ignacio le) dijo que la maldición más terrible caería sobre mí y mi familia, que me iría al infierno, que era maldita a los ojos de Dios. Que toda mi familia sufriría lo indecible. Dormía todas las noches aterrada, lloraba pidiéndole a Dios que no me muriera, que no viniera Satanás por mi alma. Pedía a Dios que me hiciera buena, que me ayudara a hacer lo que Ignacio pedía. Me daban de comer vísceras crudas de animal, con hambre te lo comes y hasta lo agradeces”, asegura.

 

Rodríguez dijo a Ariel que tenía de 30 a 40 días para salvar su alma, que perdería todo privilegio. Ella tuvo que trabajar jornadas de siete de la mañana a 11 de la noche, repartiendo La Brújula en las calles, volanteando.

 

En enero de 2011, Ignacio la golpeó hasta dejarla desmayada. Después de eso, cuando pudo se escapó de la casa y a los pocos días huyó del país.

 

“Cuando vi lo de su detención, por primera vez en dos años sentí paz”.