Para el comunicador y periodista católico, Roberto O’Farrill, las causas ocultas detrás de la renuncia de Joseph Ratzinger son las “rápidas transformaciones” en el mundo y las “cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio”.
Las causas evidentes son precisamente las que Benedicto XVI mencionó durante el Consistorio Público Ordinario del pasado lunes: “la edad avanzada” y “la falta de fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”, lo que hace suponer la necesidad de que se imponga a un papa más joven.
En entrevista con 24 HORAS, O´Farril señaló que el nuevo jerarca de la Iglesia católica deberá continuar la tarea de buscar nuevas formas de propagar el Evangelio, las cuales tienen que obedecer a expresiones, lenguajes y actitudes modernas.
“Benedicto XVI creó un nuevo dicasterio: el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, una oficina en la santa sede cuyo fin es encontrar nuevos métodos para anunciar a Cristo y proclamar el Evangelio en un mundo como el actual, caracterizado por una sociedad relativista, y su sucesor debe darle continuidad a esta estrategia”, subrayó.
El especialista en temas religiosos agregó que una cosa que preocupó a Benedicto XVI durante su pontificado fue precisamente la proliferación de una sociedad relativista, secularizada y con una impostura religiosa.
“Un fenómeno que caracteriza a la sociedad de este tiempo es el ‘relativismo’, expresión antropológica-social acuñada por el mismo Papa, que se define como un momento de la humanidad en el que a las instituciones, autoridades y a la verdad, pero también se caracteriza por una impostura religiosa, no sólo en la Iglesia católica, en todas, y por un desdén hacia Dios, a quién se le ha expulsado de la vida pública”.
Esta crisis espiritual y humana, que ha desdeñado a Dios de la vida cotidiana, y las búsqueda de nuevos caminos para promulgar la fe católica, podrían ser las causales invisibles por las que Benedicto XVI no puede llevar a cabo más su pontificio, lo que lo hizo reflexionar en la necesidad de renunciar y dar paso a una persona con las cualidades para lograrlo.
Para O´Farril, todo obispo debe reunir tres características esenciales: actitud pastoral, tener capacidad de gobierno y espiritualidad. Dichas características pueden encontrarse, presumiblemente, en los 177 cardenales que protagonizarán el conclave en marzo para elegir al sucesor de San Pedro.
Sin embargo, el próximo pontífice deberá tener una cualidad extra, que es precisamente la capacidad de dialogar con las nuevas generaciones y otras religiones.
Es posible que a esto se refiriera el papa al mencionar que “en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe (…) es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”.
Ante ello, O’Farrill vislumbra dos nombres con las mayores posibilidades para ser elegidos como sumo pontífice: el italiano Angelo Scola y el argentino Leonardo Sandri, aunque recalcó que es muy pronto para hablar de quién será el sucesor, sin embargo, admitió que es probable que se busque que el papado regrese a un italiano.
Finalmente, compartió que “la renuncia de Benedicto XVI no deja de provocar varias situaciones dificultosas y, por tanto, debe leerse a la luz del Derecho Canónico; pero además de la Teología, de las Sagradas Escrituras y de la Escatología -materia en la que al menos dos profecías presentan a un papa ‘que huye de Roma”.