El arzobispo de Guanajuato, José Guadalupe Martín Rábago, aseguró que la noche que el papa Benedicto XVI dejó el Colegio Miraflores, el domingo 25 de marzo, se pudo percatar del accidente que sufrió el pontífice ya que las religiosas le avisaron que en la habitación del líder del Vaticano no se encontraban la sábana y la colcha, la cual debía tener rastros de sangre.
“Yo no fui testigo del acontecimiento, simplemente estaba esperando en la puerta a que el papa saliera y juntos abordáramos el helicóptero, (pero) no salía, ciertamente los horarios eran puntualísimos y me pareció extraño que tardara en salir y yo veía que entraban y salían personas de la habitación del papa, pensé que estaban haciendo las maletas y al salir el papa no tenía nada que manifestara que había pasado algo”, dijo el prelado en entrevista con Radio Fórmula.
A lo que añadió: “después de la despedida en el aeropuerto, los religiosos me dijeron que habían encontrado algo que les había preocupado, al parecer extraño: no estaba la sábana y la colcha de la cama y que no sabían cómo explicárselo”, relató.
Ante la secrecía del Vaticano para no difundir el accidente, Rábago aclaró que “fue una simple deducción y dado que las autoridades de El Vaticano lo quisieron manejar con discreción y respeto, pensé que lo mínimo que podía hacer era mantenerme en esa actitud, pero ahora que el padre Lombardi (Federico) lo ha expresado con claridad, pues podemos manifestar que fue eso”.
Insistió en que nadie le dijo qué paso, pero algunas religiosas se percataron que el papa sangró de alguna forma “pero los detalles de cómo fue el percance, ni fui testigo ni nadie me explicó”.