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Con un espectáculo plagado de oscuridad, desolación y dramatismo, Nick Cave and The Bad Seeds lograron formar de manera intima y espiritual una comunión con sus seguidores de la capital mexicana.

 

En compañía de su banda, Cave irrumpió en el escenario del Plaza Condesa para deleitar a sun fans de diversas edades y clases; algunos con aspecto bohemio, otros con traje y corbata, unos más con un aspecto mas gótico, sin embargo, todos con la misma meta de disfrutar y dejarse seducir por la melancólica voz de su ídolo.

 

A las 21:00, el músico salió tras bambalinas para recibir una ovación multitudinaria e inicio su periplo musical para presentar su mas reciente álbum “Push the sky away”, con el cual pernoctó que esta “mala semilla” con mas de 50 años y tres décadas en los escenarios está lejos de podrirse.

 

Ataviado con su ya emblemática y elegante vestimenta negra que lo hacia lucir más alto, delgado y pálido, el australiano dio la bienvenida con “We No Who U R” y “Wide lovely eyes”, temas que se desprenden de su placa publicada este año y con los que arrancó los primeros aplausos de la velada.

 

Una a una se mezclaron las canciones nuevas con las clásicas y el cantante consiguió que el Plaza retumbara con “Red Right Hand”, “Tupelo”, “Jubilee street” y “Deanna”, esta última de las grandes favoritas de la noche gracias a la carga emotiva que otorgó el músico a su interpretación.

 

Nick Cave logró llevar a sus fans en unviaje por las distintas etapas que ha tenido en sus 30 años de carrera, debido a sus gama de canciones que en ocasiones relataban historias de dolor y decadencia, así como otras en las que la muerte, los pecados, el amor y la redención también se hicieron presentes.

 

Durante los más de 90 minutos que duró el concierto, la poesía y la magia también se hicieron presentes a través de canciones como “God Is In The House”, “Into my arms”, “From her to eternity” y “Jack the ripper”, que lograron poner al público eufórico.

 

Ante los miles de aplausos y gritos, el músico regresó para dar las gracias y cerrar con broche de oro con los temas “Stagger lee” y “The ship song”, que consiguieron un cierre melancólico, emotivo y del agrado del auditorio.

 

De esta manera, los fans despidieron al cantante con cientos de ovaciones y aplausos que confirmaron una vez más su estatus de “Dios del rock”.