Cuando la furgoneta blindada salió hacia el aeropuerto de Bruselas con 50 millones de dólares en piedras preciosas desde el distrito de diamantes de Amberes, donde existen fuertes medidas de seguridad, ocho ladrones armados sabían exactamente lo que iba a suceder.
Los ladrones con seguridad sabían que era demasiado arriesgado lanzar su operación en Amberes, que es la capital mundial del tallado de diamantes y está a 43 kilómetros del aeropuerto. A lo largo de los años, la cerrada comunidad de especialistas en diamantes de la ciudad ha creado una de las zonas más seguras de Europa, con más de dos mil cámaras de vigilancia, supervisión policial e innumerables controles de identidad para proteger los 200 millones de dólares diarios que maneja en gemas en bruto y talladas.
“Somos prácticamente el lugar más seguro de Bélgica”, dijo Caroline De Wolf, portavoz del Centro Mundial de Diamantes de Amberes.
Y los ladrones sin duda se dieron cuenta de que una vez que el vuelo LX789 de la aerolínea suiza despegara el lunes por la noche con destino a Zúrich, sería demasiado tarde para poner sus manos en las gemas.
Pero la verja de seguridad de 25 kilómetros alrededor del aeropuerto y el traslado de los diamantes de la furgoneta de seguridad en la pista al fuselaje del Fokker 100 de dos motores era donde había posibilidades.
Después de semanas de fuertes lluvias, nieve, aguanieve y carreteras congeladas, la noche del lunes finalmente presentó las mejores condiciones de finales del invierno en Bélgica. El aire frío y seco significaba carreteras sin hielo para una escapada perfecta, y la oscuridad del amanecer era una bendición para los que necesitaban no delatarse.
Los ladrones usaron una obra de construcción en la parte exterior de la verja de seguridad para esconderse; unos 20 minutos antes de la salida del avión de pasajeros de la aerolínea suiza Helvetic Airways con destino a Zurich, programada para las 8:05 p.m., en dos carros negros con luces estroboscópicas encendidas, se abrieron paso a la fuerza a través de la reja y llegaron a la pisa, dirigiéndose a toda velocidad hacia el módulo A.
Ahí estaba la furgoneta blindada, que acababa de transferir los diamantes al Fokker.
Vestidos con ropa negra y capuchas de policía, los ladrones pararon el avión, sacaron subametralladoras y detuvieron a los pilotos y el personal de seguridad de la furgoneta.
¿Y los 29 pasajeros?
“No vieron nada”, dijo Anja Bijnens, de la Procuraduría de Bruselas. “No hicieron ningún disparo. No hirieron a nadie”.
Con velocidad y precisión, los ladrones abrieron la zona de carga, tomaron 120 paquetes y los colocaron en los carros.
“Entonces escaparon a toda velocidad”, dijo Bijnens, quien calculó que toda la operación demoró unos cinco minutos.
El martes ya tarde los investigadores habían encontrado los restos calcinados de una furgoneta que probablemente se usó en el robo, pero no mucho más.
Los ladrones dejaron atrás a los avergonzados funcionarios del aeropuerto que trataban de explicar cómo pudieron entrar con tanta facilidad a la instalación, realizar el robo y escapar sin ser detectados. Autoridades del sector de los diamantes, que se enorgullecen de la seguridad de su actividad, estaban igualmente molestos.
El portavoz del aeropuerto, Jan Van Der Cruijsse, no pudo explicar por qué la zona donde ocurrieron los hechos era tan vulnerable a un robo. “‘Acatamos las normas más estrictas”, apuntó.
Comments are closed.