Jamás ha perdido la oportunidad de colocarse en la administración pública. Salomón Chertorivski Woldenberg lo afirma categóricamente: “Soy un funcionario público profesional”.

 

Sin militancia en algún partido político, en más de una década ha ocupado altos cargos en  gobiernos de izquierda, como el de Lázaro Cárdenas Batel, en Michoacán, y de derecha, como el del ex presidente Felipe Calderón.

 

A la caída del régimen del PAN, las circunstancias y su buena relación con Miguel Ángel Mancera lo llevaron al gobierno de la capital del país.

 

Chertorivski tiene 39 años, luce un traje gris, camisa blanca, corbata rosa. Con serenidad se sienta en un sofá de tono castaño, pegado a un muro blanco de su nuevo despacho, recién remodelado, en la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito Federal (Sedeco).

 

Es la misma oficina que hasta antes de lanzarse como precandidata a la jefatura del Gobierno capitalino ocupara la perredista Laura Velázquez, una de las mujeres más leales a René Bejarano.

 

Licenciado y maestro en Economía por el ITAM, y con posgrado en Política Pública por la Universidad de Harvard, Chertorivski recuerda los “años fantásticos” que vivió en Michoacán y el gobierno calderonista.

 

Algunos panistas, se le recuerda, lo han tachado de oportunista. “Si servir al país y a la ciudad es oportunista, pues ojalá y hubiera mucho más gente queriendo dedicarse con oportunidad a coadyuvar por la ciudad y el país”, revira.

 

Lo que no tolera es que algún perredista lo señalara como una cuota de la comunidad judía. “Me parece una tontería incluso comentarlo; me parece hasta discriminatorio. Yo soy un servidor público y siempre he sido un servidor público. Por supuesto que pertenezco a la comunidad judía, pero me parecen comentarios nada objetivos ni profesionales”, comenta con vehemencia.

 

El ex secretario de Salud sabe que su llegada al gobierno de Mancera fue sorpresiva para la clase política y los ciudadanos. En su anterior cargo, su sueldo era casi tres veces mayor a los 60 mil pesos que cobrará mensualmente en la Sedeco.

 

“Sorprende que después de ser secretario federal uno acepte ser secretario local, pero yo creo que si lo que prevalece son las causas y el deseo de servir, uno está dispuesto a servir desde cualquier espacio donde se pueda impactar en el bienestar de los demás. Ahí la razón: mi vocación es el servicio público; quiero trabajar por mi país y mi ciudad”.

 

Cuenta que a Mancera lo conoce de algún tiempo. “Siempre me ha parecido un hombre inteligente, sensible y sencillo. No dudé en venirme a trabajar”.

 

¿EL PRESIDENTE ENRIQUE PEÑA NIETO NO QUISO RATIFICARLO?

 

 

Yo soy un servidor público y siempre he estado dispuesto a trabajar y colaborar desde cualquier espacio.

 

¿SE DEFINE COMO UN HOMBRE LIBERAL Y DE IZQUIERDA-IGUALITARIA?

 

 

Siempre en la búsqueda del mejoramiento del prójimo, con todas las herramientas prácticas para poder hacerlo y mi visión siempre ha estado en el espacio liberal y en favor de la igualdad.

 

¿QUÉ LE PARECE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA DEL DF LUEGO DE 15 AÑOS EN MANOS DEL PRD?

 

Ha habido espacios favorables, ha habido claroscuros como cualquier administración, encuentro una ciudad pujante con espacios que no se han aprovechado. Ahí vamos a enfocarnos.

 

La amistad en Harvard

 

 

Hace 15 años, cuando la Ciudad de México conoció a su primer gobernante electo con la figura del perredista Cuauhtémoc Cárdenas, Salomón Chertorivski egresaba del ITAM.

 

“Desde chiquitito siempre quise el trabajo en el servicio público y en particular lo que más me fue entusiasmando siempre eran las áreas sociales, y entré a desarrollo social”.

 

Después del posgrado en Economía aceptaría la invitación desde el equipo de transición de Lázaro Cárdenas Batel y llevaría a cabo la operación de la política social en Michoacán, entre continuos viajes del Distrito Federal a la tierra purépecha.

 

Pero Salomón Chertorivski también es empresario. Tan pronto como pudo, echó a andar con unos amigos su empresa de vivienda para autoconstrucción. No había grandes ganancias, pero “fue una gran experiencia conocer ese sector”.

 

Sus empresas no han perdido el carácter social. En la actualidad tiene una mediana compañía que tiene en nómina a mil 500 trabajadores.

 

Se abocó a la creación de ópticas populares y móviles al conocer las necesidades de lentes en comunidades rurales. “Ahora tengo socios que saben que mi vocación está en la administración pública”.

 

En su búsqueda académica y social, el empresario ingresó a la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

 

Y coincidió con el ex presidente Felipe Calderón. Y en el segundo y último sexenio panista, Chertorivski dirigió Diconsa, tres años después encabezó el Seguro Popular, y en 2011 alcanzó su mayor cargo al relevar a José Ángel Córdova en la Secretaría de Salud.

 

La amistad con Calderón sigue firme. “He estado en comunicación, en diciembre (pasado) nos deseamos felices fiestas y feliz año”.

 

¿QUÉ OPINA DEL REGRESO DE CALDERÓN A HARVARD?

 

 

Me parece bien que una universidad como Harvard se haga de un ex mandatario. Es una gran oportunidad para los alumnos y el profesorado.

 

¿QUÉ LE DESEÓ CALDERÓN POR SU NUEVO CARGO EN UN GOBIERNO DE IZQUIERDA?

 

 

Cuando uno es servidor público lo que hace es trabajar desde la arena donde cree que más puede aportar con su granito de arena. Estoy convencido que en el gobierno de Mancera ha sido donde mejor puedo coadyuvar a mis ideales.

 

Trinchera diferente

 

Chertorivski se dice entusiasmado. Sobra decir que es un hijo de la Ciudad de México.

 

“La variable número uno para poder mejorar socialmente está en crecer económicamente”, asegura. “He tenido absoluta libertad y posibilidades de construcción y creación y desarrollo de plan sin ninguna presión de ningún tipo”.

 

Los grandes proyectos del gobierno de Mancera como las Zonas de Desarrollo Económico y Social (Zodes) van avanzando. “El objetivo es tener anclas de desarrollo económico y al mismo tiempo se construyan cinturones de vivienda”.

 

Se ve anclado al gobierno de Mancera los próximos seis años. Pero “en la administración pública uno sabe cuándo empieza, pero no sabe cuándo termina”.