¿México está preparado para navegar por las agitadas aguas del océano del conflicto político? Espero que sí.

 

Quien conozca mínimamente la historia contemporánea del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) sabe que se trata de un gremio peculiarmente beligerante cuando se trata de defender intereses o, peor aún, mantener el control de cotos de poder.

 

Elba Esther Gordillo así como ha cultivado y cosechado enemistades poderosas, ha sembrado un sinnúmero de complicidades y favores con gente igual de poderosa a lo largo de su historia como lideresa sindical.

 

Por ello espero que mi pregunta planteada al inicio de este texto sea un producto de la ingenuidad.

 

En un contexto nacional donde el clima de negocios es bueno, los fundamentales de la economía están en orden, existe una relativa estabilidad política y un gran segmento de la sociedad se empeña en ser optimista, sería lamentable haber agitado las aguas del conflicto político sin un plan paralelo que contemple acciones dentro de los escenarios del contraataque.

 

Lo menos que necesita México, que como país emergente empieza a ganar cierto prestigio internacional desde el punto de vista económico, es que se activen los resortes del poder fáctico en plazas, por citar algunas, como Michoacán, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, donde el SNTE y su disidencia es un protagonista político muy activo.

 

Si es una cortina de humo o no levantada por el gobierno para desviar la atención sobre temas perversos, no lo sé, pero lo que sé es que si esto es una pantomima que ponga -una vez más- en ridículo a las instancias de procuración de justicia, será un duro golpe a la actual administración.

 

La simpatía que existe hoy en la opinión pública respecto a las acciones orquestadas por el gobierno federal para meter a la cárcel a un icono de la corrupción sindical, podría derivar en un desencanto sobre la gran oportunidad que el PRI tiene en la manos para demostrar que está haciendo cosas distintas favorables para México, si Gordillo se sale con la suya.

 

Y este comentario viene al caso porque al igual que en otros sexenios tenemos ante nosotros un golpe político -que no de justicia- espectacular.

 

Un golpe propagandístico fenomenal que no evidencia acciones visibles que rompan con el sistema de engranajes de corrupción, prebendas, “concertacesiones” e intereses que vinculan a autoridades con políticos, sindicatos y empresas.

 

Se trata, a mi entender, de un ajuste de cuentas, no de un acto real y honesto ejecutado para hacer valer la justicia.

 

La educación debería ser la madre de todas las reformas. En una buena educación hay valores, principios éticos, los cimientos de una sociedad civilizada, como las que no se distinguen por la corrupción o por la impunidad.

 

Por ello sería sumamente lamentable que en México el principio legal de que “nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito” se utilice como una herramienta para “enjuagar” los pecados de los mafiosos para exonerarlos tras un proceso mal integrado por el Ministerio Público.

 

Sería una estocada de muerte para la competitividad de este país, un golpe certero a la confianza de los inversionistas en torno a la seguridad jurídica en México, un impacto tremendo al hartazgo de la gente que trabaja por México, ¡ah! y además un suicidio para el PRI.

 

¿La detención de Elba Esther Gordillo será pues el inicio de la verdadera reforma educativa?

 

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