En su sexto largometraje como director, Jacques Audiard decide alejarse de los temas que le dieron notoriedad con sus dos anteriores y muy celebradas cintas sobre mafia y crimen –De battre mon coeur s’est arrêté (El latido de mi corazón, 2005) y Un prophète (Un profeta, 2009)-, para ahora hacer (según sus propias palabras) un film “con luz y espacios… una historia de amor”.
Sin embargo, Audiard sabe que la obscuridad puede esconderse incluso en los lugares más iluminados.
En efecto, De Rouille et d’os (Metal y Hueso, 2012) es -en una primera lectura- una historia de amor que a pesar de estar filmada en locaciones abiertas, con tomas claras e incluso a veces llenas de color (aquel hermoso mar de la Côte d’Azur), la obscuridad sigue presente, no en las imágenes sino en el alma de sus protagónicos.
Alain (Matthias Schoenaerts) llega a casa de su hermana para pedirle asilo junto con su pequeño hijo Sam. Sobrevivientes natos (en el camino se alimentan de las sobras que encuentran en el vagón de un tren), Alain intenta empezar de nuevo y encuentra trabajo como guardia de seguridad en un antro. Ahí conoce a Stéphanie (hermosa y magnífica Marion Cotillard), una instructora de orcas que trabaja en un acuario local.
Alain rescata a Stéphanie luego de que ésta es golpeada por un tipo. La lleva a casa y aunque son claras sus intenciones, ella lo rechaza. Luego de un trágico accidente, Stéphanie buscará de nuevo a Alain e iniciaran una extraña relación juntos.
Audiard no se ha movido de los terrenos que conoce; esto es el relato de un par de desadaptados, un par de almas quebradas que se unirán en una lucha contra la obscuridad que los absorbe. La idea es poderosa, porque si bien el sentido común indica que dos huracanes a su choque provocarán mayor destrucción, el guión (co-escrito por Audiard y basado en un relato del canadiense Craig Davidson) apuesta justo por lo contrario: el caos también puede conducir a un mejor lugar.
Empero, el tema que le importa a Audiard no es el amor sino el dolor. ¿Qué hacemos con el dolor?, pareciera preguntar esta cinta que en la inspección íntima de esta pareja encuentra la mecánica del dolor mismo, de la sanación y del renacimiento: aquella magistral escena en la que la víctima hace las paces con su asesino a través de un cristal.
Marion Cotillard, luego de haber ganado el Óscar por su actuación en La môme (La vida en rosa, Dahan, 2007), se había encasillado en papeles que le aseguraron notoriedad comercial pero que le limitaron sus capacidades como actriz. Aquí, Cotillard regresa y se muestra como la gran artista que puede ser, siendo una de las grandes ignoradas en la pasada entrega del premio de la Academia.
Esta historia se forja a partir de la atracción física de ambos personajes: sexo duro que se transmuta en una áspera batalla entre eros y tanatos, alejada por completo del lugar común habitual en el cine romántico o sobre el amor.
Los huesos, dice Audiard, al sanar son más fuertes, pero también más sensibles al dolor. Sus personajes aprenderán esa verdad de la peor forma posible.
De Rouille et d’os (Dir. Jacques Audiard)
4 de 5 estrellas.
Con: Marion Cotillard, Matthias Schoenaerts, entre otros.