Uno de cada cien mexicanos no tendría que estar comiendo un componente básico en toda mesa y cocina. Su nombre ha pasado en pocos años de ser completamente desconocido a estar hoy en boca de nuestra sociedad: el gluten.

¿Qué es el gluten? Una proteína presente en la semilla de cereales como trigo, cebada o centeno. Esto representa pan, pasta, pasteles, galletas e, incluso, cerveza y whisky.

 

¿En qué consiste este trastorno digestivo denominado enfermedad celiaca? En ciertos organismos, la capa que cubre al intestino delgado pierde su capacidad de absorción de vitaminas, minerales y otros nutrientes a causa del daño generado por el gluten. Es fundamental detectar esta condición a tiempo, pues de lo contrario puede implicar desnutrición al no lograr absorber ningún nutrimento.

 

Los signos y síntomas más comunes son diarrea, dolor de estómago, pérdida de peso, distención abdominal, vómito, anemia, osteopenia, osteoporosis, infertilidad, alopecia, depresión y retraso del crecimiento en niños.

 

Tan común se ha hecho la palabra gluten en Estados Unidos y Europa que cuesta creer lo reciente que es su descubrimiento (además de accidental). En 1940, debido a las escasez de alimentos por la Segunda Guerra Mundial, ciertas poblaciones holandesas dejaron de disponer de cereales. Así, un pediatra pudo relacionar ese cambio de alimentación con la reducción de malestares gastrointestinales en niños. Desde esos tiempos se ha intentado encontrar alguna solución, aunque actualmente no existe tratamiento para la enfermedad y el único remedio es que el paciente retire permanente e inmediatamente el gluten de su dieta.

 

Pareciera algo fácil de controlar ya que sólo deben eliminarse ciertos productos, pero se complica al existir muchos alimentos adicionados con gluten oculto (hay pacientes que con una migaja de pan, sufren palpitaciones y severas diarreas). Un ejemplo claro son marcas de tortilla de maíz que usan harina de trigo para incrementar flexibilidad.

 

La enfermedad celiaca resulta comúnmente confundida con gastritis, colitis y síndrome de colon irritable, que en algunos casos son más bien efectos de la intolerancia al gluten. Es más frecuente en individuos que padecen diabetes tipo 1, problemas de tiroides, enfermedades intestinales o lupus, entre otras.

 

Los familiares de personas con esta condición tienen alrededor de 10% de posibilidad de adquirirla.

 

No digerir el gluten no es el fin del mundo. Seguir comiéndolo cuando nuestro cuerpo no lo tolera, sí puede llegar a serlo, ya que las reacciones del organismo cada vez son más negativas ante su consumo. Lo que inicia con una indigestión, puede derivar años después en situaciones extremas como cáncer. Por eso, si reúne los síntomas aquí enlistados, pruebe eliminándolo de su dieta por un período de tiempo para comprobar si presenta mal celiaco.

 

¿Dónde está el gluten?
Alimentos provenientes de la harina (trigo, cebada, centeno): pan, pasteles, galletas, pastas, waffles, hotcakes, granola
Bebidas: Cerveza, whisky, ginebra, algunos frappuccinos
Embutidos como salchichas, chorizo, morcilla, salami, ciertas marcas de pechuga de pavo, que utilizan trigo para dar consistencia
Ciertas pastas de dientes
Salsas preparadas
Sazonadores
Condimentos (por ejemplo, la mayoría de las salsas de soya)

 

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